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Unificación de períodos
Esta justificación esconde la intención de lograr mayor centralismo.
Viernes, 9 de Noviembre de 2018

La propuesta que ronda en el Congreso nacional de unificar los períodos de presidente con el de gobernadores y alcaldes, y también las del órgano legislativo nacional con las de Asambleas departamentales y Concejos municipales, se justifica en que esta unificación permitiría una mejor coordinación entre autoridades nacionales, regionales y locales, yahorraría costos electorales. Esta justificación esconde la intención de lograr mayor centralismo, algo en lo que trabajó bastante el gobierno Santos, concepción que va en contravía de uno de los pilares de la Constitución Nacional: la descentralización. Y es que el régimen político colombiano se alimenta de la centralización.

Este concepto unificador, sobreentiende que las autoridades nacionales gobiernen regional y localmente, que se traduzca en mayor control sobre “sus” alcaldes y gobernadores. Las regiones y los municipios “centralizados” son, como lo vemos hoy, botines de la corrupción, y eso explica porque, nunca se ha podido desarrollar legislativamente en el Congreso la descentralización, que dejó una ley de ordenamiento territorial llena de “principios”, sin ninguna aplicación práctica, usada sólo por las burocracias de planeación nacional, quienes “dirigen” la descentralización.

La Constitución Nacional intentó restringir el poder presidencial, que en Colombia alcanza lo que en Estados Unidos se conoce como presidencia imperial, creando controles, llamados pesos y contrapesos que poco a poco se han ido debilitando, llegando al presidente que puede hacer “lo que le dé la gana”, como con tanto orgullo decía el presidente nobel. Primero fue el articulito de Uribe para lograr la reelección y mostró lo desastrosos que pueden ser los segundos períodos. Después vino la centralización de las regalías, la autorización al presidente para legislar por decreto, en nombre de la “paz”, y un largo etcétera de actos centralizantes, que ahora se quieren redondear con la “necesaria” unificación de períodos. Esto si es corrupción con mayúscula, estructural, de la que poco hablan los mamertos que lideran la lucha contra la corrupción, y qué como parlamentarios, votaron afectuosamente todas esas medidas centralizantes. 

La centralización es buscar que los “dones del desarrollo”caigan de arriba hacia abajo, como maná, criterio muy acendrado en la insoportable burocracia nacional, que todo el tiempo saca lineamientos de “cómo hacer”; un ejemplo de ello, son los absurdos planes de ordenamiento territorial, que hoy se usan como un “peaje” de los alcaldes a los constructores. Otro ejemplo, es el de reducir la accidentalidad vial, que terminó en contratos a privados (sin saberse bien quienes son, auqnue se intuye), a unas empresas de fotomultas, que se quedan con la mayoría del valor de la multa, ayudándose con “controles” de velocidad a mínimos, para maximizar los ingresos. Solo basta ir a Villa del Rosario y Los Patios para ver la aplicación local de esos lineamientos nacionales. Y cuando se intentan corregir estos actos de corrupción, entra la justicia a defender los “derechos adquiridos” de los contratistas. De ahí a formarse carteles entre funcionarios locales y autoridades judiciales, solo hay un paso. Y les recuerdo la corr
upción no es de gente, es de modelo político.

La descentralización, en cambio, es un modelo de desarrollo de abajo hacia arriba, de lo local a lo regional, y de ahí a lo nacional, respetando los principios de unidad nacional. Para lograr eso, se requieren sociedades civiles activas, sector privado agremiado con visión de ciudad, que planteen verdaderos modelos de desarrollo atendiendo las realidades locales y regionales, que se consoliden en lo nacional. Este modelo es contrario al que se está creando en Colombia, de un estado elefantiásico que realiza todo, basándose en su “obligación” de “garantizar” todos los derechos sociales, excepto el del derecho al desarrollo, en la patología socialistoide del “estado social-ista de derecho”. Lo que se observaes que ese rumbo solo lo cambia una sociedad civil que asuma como propio el derecho al desarrollo, no una que espere subsidios.

Pero en Colombia no nos han enseñado a unirnos, sino a ser individualistas, viviendo en el “sálvese quien pueda”. En Colombia, desafortunadamente, vemos en el individualismo una virtud, y eso lo saben los centralistas. 

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