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Viejas señas
Cuando uno es capaz de ensanchar sus límites y afianzarse en la espera por sus sueños, surge la nueva pregunta: ¿dónde está la salida de la zona de vacío?
Domingo, 13 de Octubre de 2019

La historia asoma detrás de la ventana, como en el fondo de la luna las luces parpadean, o como un sonido lento se aproxima a la nostalgia y, con voz desarrugada, marca las viejas señas para alojarlas en el viento y dejarlas fluir.

El hábito de mirar la vida a través del cristal de la bondad, hace del recuerdo sano un crisol emocional, para saber si el pasado se disuelve en cenizas, o se cuelga como rama de olivo en la paz interior.  

Así es, porque todo se repite en ciclos, como en ese fuego que muestra y recoge los  lenguetazos, o la flor sutil que crece y muere en los pétalos, o las banderas airosas que anuncian un puerto feliz a los barcos, o la luz que viene de uno de esos faros, solitarios y silenciosos, para subirse a mirar al horizonte.

El tiempo posee esencia de meditación, o de metáfora: puede ser la lejanía del mar, o las islas que se trenzan en la avidez del océano para abrir camino a la sabiduría, nutrirse de la enseñanza de las cosas buenas y sembrarlas, otra vez, con mejor abono.

Todo consiste en alargar la mirada, ser capitán de su velero, orientar el rumbo, meterse en el escenario a representar su propia obra de teatro y narrar la verdad personal, con guión escrito por el destino.

Cuando uno es capaz de ensanchar sus límites y afianzarse en la espera por sus sueños, surge la nueva pregunta: ¿dónde está la salida de la zona de vacío? -Corolario: es necesario estudiar mucho para percibirla y, cuando la atisba, ya no hay tanto tiempo-

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