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Vivir sin aire
Cúcuta se ubica en un rango de muy baja calidad ambiental.
Jueves, 20 de Agosto de 2020

Nitrógeno (N2): 78%; Oxigeno (O2): 20%. Gases como el Argón, Neón, Helio y Metano junto con el Dióxido de Carbono (CO2) y vapor del agua componen el aire que respiramos. Debido a la contaminación antrópica, esta proporción varia e incluye otros contaminantes como monóxido de carbono, material particulado, plomo, arsénico, asbestos, benceno, metano y dióxido de azufre. Respirar es hoy más difícil. Las actividades urbanas como la movilidad y los procesos industriales contaminan el aire urbano y la pandemia nos hace temer respirar tranquilamente sin tapabocas o protección. Así mismo, la corrupción degrada los recursos y erosiona la confianza de los ciudadanos en las instituciones.

De acuerdo al Informe de Calidad Ambiental Urbano del MinAmbiente, para el 2017, Cúcuta se ubica en un rango de muy baja calidad ambiental. No se reportó información confiable respecto a la calidad del aire dado que el 100% de las estaciones que monitorean y reportan concentraciones promedio anuales, no cuentan con el mínimo de datos representativos. Adicionalmente no hay monitoreo de material particulado. El informe también señala que, de las 9 áreas urbanas estudiadas, nuestra ciudad presenta la mayor cantidad de residuos por habitante/día dispuestos en relleno sanitario y también el mayor porcentaje de suelos de protección urbanos en conflicto por uso de suelo (53%). Así mismo como ya se ha descrito en columnas anteriores presenta un déficit de espacio público de más de 13 m2 por habitante.

El cambio climático, la emergencia sanitaria por la pandemia y la crisis social por la corrupción de las instituciones convergen en un mismo escenario que es nuestro planeta, colocando en evidencia el colapso de un sistema disfuncional que aviva las llamas de los conflictos sociales y la polarización. Aumenta la curva de contagios y de muertes por Covid-19 a nivel nacional y el efecto en las ciudades de una presidencia teledirigida se agrava con episodios donde la justicia por fin se manifiesta y a quienes no les gusto la decisión, amenazan con reformar la Constitución al amaño de una figura que encarna que se pueden manipular los procesos con la justicia y sobre quien pesan varias acusaciones de vínculos con paramilitares. 

En esta hoguera alimentada con los recursos naturales que consume los tejidos sociales y atizada por los problemas de gobernabilidad, nos quedan las ciudades en deterioro que solo la voluntad política legitimada por la voluntad ciudadana puede solucionar a partir de acuerdos entre intereses contrarios por encima de las ideologías por que al fin y al cabo todos respiramos y el aire cumple un rol indispensable en la vida del planeta.

El confinamiento ha permitido apreciar en parte la esencia de la ciudad: sin ruido y sin contaminación, que permite redescubrir las calles y valorar las cercanías con la posibilidad del teletrabajo y reducir nuestra movilidad estrictamente a lo necesario. Estos momentos críticos son una gran oportunidad. Las ciudades se sobreponen a terremotos e incendios. Es momento de un cambio que permita una ciudad mas humana donde se redistribuya de forma equitativa el espacio para los vehículos, el peatón y las demás actividades que se pueden desarrollar en el espacio público. Se deben crear más espacios públicos y ver que existen mas oportunidades de vivir la ciudad que a través del automóvil. Ir a un restaurante en carro o a un autocine no se puede volver una constante por miedo al contagio. Son alternativas interesantes para reactivar los sectores económicos, pero se hace necesario reactivar la ciudadanía como mejor herramienta para el logro de una conciencia ambiental que permita respirar mejor.

arquitecto.jas@gmail.com
http://tallerciudad08.blogspot.com/

 

 

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