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Vuelen alto
Desafortunadamente, la rapacidad ha alcanzado a mi profesión, el periodismo, que en otras épocas.
Viernes, 29 de Septiembre de 2017

El mejor consejo que el papa Francisco le dio a los colombianos se resume en dos palabras que tienen especial significado en esta época de bajos instintos, polarización, mediocridad, odio, ambiciones desmedidas, resentimiento y enfrentamiento entre dos bandos irreconciliables: se debe volar alto como las águilas y no bajo como las gallinas.  

El consejo tiene gran significado en un país acostumbrado a no tener mayores ambiciones, afectado por una oposición ciega y por gentes interesadas en sacarle tajada a todo, desde una fiesta infantil hasta una carretera de cinco carriles. Lo que signifique dinero es el botín de gentes sin escrúpulos, que muchas veces posan de buenos, hacen parte de clubes sociales y no tienen el menor respeto por los valores. Su lema es meter la mano en donde haya dinero. Y mostrarse como buenos e inclusive, aspirar  a la Presidencia de la República. Tienen ocultos intereses que sorprenden cuando se conocen.

Por esa razón vemos sujetos que le roban la limosna a un ciego o sus prestaciones sociales a trabajador que haya dedicado toda su vida a una empresa. Ocupan, gracias a la impunidad, altos cargos gubernamentales, como la vicepresidencia,  o la rectoría de alguna universidad de garaje. Tienen dinero para comprar conciencias, jueces, magistrados, ministros, modelos y profesionales de todas las ramas. Las compras a veces alcanzan los más altos tribunales.

Desafortunadamente, la rapacidad ha alcanzado a mi profesión, el periodismo, que en otras épocas, como la de mi padre, era desempeñado por poetas y escritores de las mejores  condiciones.  Ahora, el periodismo es mal pagado y no se ha podido reglamentarlo lo que permite que cualquiera, sin la menor preparación, pueda desempeñarlo. Hay niñitas que solo tienen como argumento de convicción el mostrar las piernas.

El vuelo rasante se ha apoderado de todos los estamentos. Las últimas víctimas son los partidos políticos, que ya no sirven para nada, hasta el extremo de que gentes que los han ordeñado ahora se avergüenzan de pertenecer a ellos. Por ese motivo, en sorprendente decisión, una treintena de aspirantes a la Presidencia de la República andan recogiendo firmas, hasta en los moteles, para presentar su nombre a los próximos comicios. Inclusive,  personajes como exministra parlanchina han abjurado del conservatismo y otros, como un vicepresidente, han abandonado las viejas toldas de Gaitán y Uribe Uribe. Es tan grande el desprestigio de los partidos que lagartos de tercera clase queman las banderas azules y rojas y se arropan en una verde o una amarilla. Los colombianos no atendimos el consejo del papa y no volamos alto. Estamos buscando soluciones absurdas, como la del chavismo venezolano. Dios nos tenga de su mano. GPT

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