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Bajo crecimiento

Se ha desatado la segunda ola del COVID 19, y junto a ella las noticias de la macroeconomía no son buenas.

Se ha desatado la segunda ola del COVID 19, y junto a ella las noticias de la macroeconomía no son buenas. Los organismos internacionales vinculados con materias económicas y con la calidad de la vida, nos entregan información preocupante tras las cifras con las que nuestro continente cerró el 2020 y las proyecciones para el 2021.  Y lo más probable es que la situación se vuelva más compleja ahora que ha aparecido una nueva cepa.

Decir que los seres humanos tenían cifradas esperanzas de que cuando llegara la vacuna para el coronavirus se recuperarían puestos de trabajo y por consiguiente los ingresos, no está lejos de ser real.  Lo lamentable, es que la vacuna está recién comenzando a inocularse, se requieren dos dosis, y como ya dijera ha aparecido una cepa más agresiva y letal que la existente hasta ahora, por lo que la incertidumbre continúa.

Pareciera que como consecuencia del efecto “rebote estadístico”, las economías en Latinoamérica crecerían en el 2021 a algo más del 3% después de un decrecimiento en el 2020 por sobre el 8%.  Ello, acarrea un aumento sustancial del número de pobres llevándonos a un retroceso que naturalmente nadie desea, y que los Gobiernos han intentado amortiguar adoptando medidas macroeconómicas para tratar que la inquietud social se mantenga dentro de límites acotados. 

Nada está garantizado de antemano. El virus ha demostrado ser rebelde, de manera que los analistas cifran la recuperación económica, en cuatro factores: la intensidad y propagación de la segunda ola de contagios; la agilidad para producir y distribuir las vacunas; la capacidad de cada país para continuar con los estímulos monetarios y fiscales; y, las tensiones geopolíticas y/o sociales que puedan surgir.  De entre ellas se debe focalizar nuestra atención en el renacer -y con mucha fuerza- de la ola migratoria venezolana, la que por obvias razones ejerce presión sobre la oferta laboral, particularmente en Colombia, y en menor medida en Ecuador, Perú y Chile.

Los mismos entes internacionales pronostican que el nivel del PIB anterior a la crisis pandémica se alcanzaría recién en el 2024, no debiendo olvidarse que en los últimos años, nuestro continente ya tenía el menor crecimiento a nivel global, incluso más que África.  Así, entre el 2014 y el 2019, Latinoamérica tuvo un crecimiento promedio de un 0.3% y en el 2019 de apenas un 0.1%, decreciendo en el 2020 por sobre el 8%, generándose un aumento del crimen organizado, del narcotráfico y de la trata de personas especialmente mujeres y menores.

A lo ya señalado, podemos agregar de acuerdo con el Balance Anual de Exportaciones publicado por el BID, que las mismas sufrieron una merma en el 2020 por sobre el 20% -la mayor caída en todo el mundo asegura el Informe-. Los técnicos del propio Banco opinan que “persiste la inestabilidad y aún no se vislumbra un cambio de tendencia hacia una trayectoria de crecimiento sostenido”, a pesar de ello pareciera que el impacto de la crisis se está atenuando y las perspectivas van hacia una mejora, indicaron en rueda de prensa.  Algo similar puede decirse respecto del empleo.  Según la OIT, esta crisis llega a todos los sectores económicos y también estamos hablando de niveles de desocupación y de desempleo sin precedentes en la historia, habiéndose iniciado una leve recuperación en el cuarto trimestre del año recién finalizado.  Son muy pocos, quienes discuten que lo que se requerirá en la post pandemia es abordar los elementos estructurales de nuestras economías, para así no seguir patinando en el lodo.

Martes, 12 de Enero de 2021
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