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Canción de casa
Una ciudad es una casa grande,es bueno imaginarla así. 
Domingo, 22 de Noviembre de 2020

Una ciudad es una casa grande, simbólica, en la cual ocurren las mismas cosas que en la familia, con sus virtudes y defectos, con proyecciones visualizadas desde el compromiso de unión y solidaridad de sus integrantes.

Es bueno imaginarla así, bonita –además-, para educar a sus habitantes en la misión primordial de construir hábitos culturales y sociales, que los inspiren en los mejores códigos de actitud, orden, estudio y planeación.

La sensatez de la casa, o de un sistema urbano –igual-, es como la de las matas, el aroma de las flores, o el gorjeo de algún pájaro (si lo hay), emergida de un ambiente armonioso, de afecto, que enseña a los hijos-ciudadanos a ser prudentes y proveerse de madurez para afrontar la vida.

Ambas, ciudad y familia, deben asumir una visión, a priori, para prever los problemas y tomar decisiones siempre de avanzada, protegiendo –claro está- las costumbres y las instituciones, generando una motivación suficiente en el alma de todos, para que el progreso sea irreversible.

Porque cada día el rostro del destino atisbará en una próxima calle, como un sabio viejo que repasa el horizonte donde sembró esperanzas, a ver cómo se despliega la red de los sueños, se mejora el entorno y se concibe el futuro.

Las ventanas abiertas de la casa dejarán entrar un ruiseñor, para que se refugie en ella y cante una canción de paz, la nutra de hidalguía y, en cada giro del tiempo, la siembre de humanismo, con ese clamor de hogar que repicaba en las campanas de antes saludando la bondad social.

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