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Cordura
Que un jurista como Rodrigo Uprimny diga que votara por Petro porque el garantiza la preservación del Estado de Derecho y Duque no, es francamente ofensivo con la inteligencia de los lectores.  
Viernes, 8 de Junio de 2018

Se sabía que el espectáculo que se avecinaba después de la primera vuelta iba a estar plagado de lo peor del matoneo, las noticias falsas, las ofensas y demás agresiones que se originan en la clandestinidad del agresor escondido tras las redes sociales. También se esperaba que en las consiguientes adhesiones a las diferentes campañas que quedaban en la contienda por la presidencia, oiríamos de uno y otro lado, voces sensatas, que con argumentos y posturas ideológicas afines se inclinarían por uno y otro candidato. En el mismo sentido las proclamas de voto en blanco de parte de los “dueños” de votaciones importantes como la de Fajardo y otras francamente exiguas como la de de la Calle, son coherentes con sus principios y su retórica de campaña de no comulgar ni con Duque ni con Petro, y son absolutamente validas  en las democracias. Así como también las sorprendentes adhesiones de partidos hostiles a las propuestas de Duque y su coalición, de última hora y con un tufillo de oportunismo político fueron debidamente aclaradas por el candidato y su campaña, en el sentido que su propuesta  de unidad, consensos y cero agresiones busca atraer a todos los colombianos sin esperar mermelada, repartija y burocracia, obedece a la lógica electoral de alcanzar la presidencia y no debe ser demonizada.

Lo que si resulta incoherente, falto de cordura (“pensar de forma racional, lógica, con buen juicio y coherente en la toma de decisiones”), y desdice harto de la objetividad y ponderación de los responsables, son las múltiples columnas de todo calibre que han aparecido en los medios de circulación nacional, que francamente faltan a la verdad, al respeto por  la personalidad y las capacidades, al programa y las ideas del candidato Duque por el simple hecho de provenir del CD y tener a Uribe como su mentor político. Que un jurista como Rodrigo Uprimny diga que votara por Petro porque el garantiza la preservación del Estado de Derecho y Duque no, es francamente ofensivo con la inteligencia de los lectores. Que su sesgo ideológico y su defensa a ultranza del proceso con las FARC lo lleven a esa decisión, vaya y pase, pero que no apele a las mentiras para tratar de convencer de las bondades del populismo encarnado en Petro como una pesadilla, que deplorable que su prestigio como jurista que muchos ensalzan, sea usado para respaldar premisas falsas. Ni que decir de una tal nadaista Jotamario Arbeláez, quien suelta esta perla “Duque testaferro de Uribe”, el odio, el veneno y la sevicia se deslizan por la boca de personajes literarios de dudosa calidad, quienes con su ejemplo buscan de manera irresponsable afectar la imagen de un personaje público sin ningún sustento probatorio, y con su labia pretenden darle al candidato un mote prácticamente delincuencial. Y así y todo, son columnistas con tribuna, y están acogidos por la libertad de prensa, estos son solo dos ejemplos de los muchos que abundan.

Que la cordura haya desaparecido de muchos colombianos en esta época coyuntural es plausible como fenómeno electoral, pero que haya abandonado de manera sistemática el cerebro de personajes otrora reputados, solo obedece a una estrategia de medios usada por el candidato Petro y su campaña para tratar de limpiar su imagen indeleblemente manchada con su talante autoritario, antidemocrático, irrespetuoso de las instituciones si se le atraviesan en sus propósitos, de pésimo administrador público y peligroso ex propiador de tierras, todo esto perdonado porque dizque es el único que respetará la paz y garantizará la independencia de los poderes públicos. A otro perro con ese hueso, la paz es de todos los colombianos, nos negamos a seguir siendo tachados como amigos o enemigos, queremos un gobierno que esté por encima de esa discusión demagógica y priorice los derechos de los colombianos y de las víctimas, no las vacaciones  al mar de los asesinos del Nogal y los derechos de los narcos disfrazados de guerrilleros cobijados por la hipócrita caridad de la Iglesia.

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