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Crisis alimentaria e inflación

En febrero, la inflación anual fue del 8,01%.

La invasión de Rusia a Ucrania cambió de manera radical la geopolítica, dije en columna anterior. El mundo no volverá a ser el mismo. Retornamos a una tensión peligrosa que, me atrevo a decirlo, es mayor incluso a la de la guerra fría. Entonces había un conjunto de reglas no escritas que permitía prever con cierta certeza el futuro. Hay, sin embargo, algunas áreas donde ya hay certezas sobre los cambios que se están produciendo. Concentremos en los alimentos.

La FAO advirtió que “las perturbaciones de la cadena de suministro y la logística de la producción de cereales y semillas oleaginosas de Ucrania y la Federación de Rusia, así como las restricciones a las exportaciones rusas, tendrán importantes repercusiones para la seguridad alimentaria”. Así es. Hasta la invasión, Rusia era el mayor exportador mundial de trigo y Ucrania el quinto. Según la misma FAO, entre los dos producían el 19% de la cebada en el mundo, el 14% del trigo, el 4% del maíz y el 60% del aceite de girasol, fundamental para cocinar. Según JP Morgan, los dos países representan el 29% de las exportaciones globales de trigo y 19% de las de maíz.

No es seguro que los grandes países cerealeros, Estados Unidos, Argentina, Canadá, Francia y Australia, puedan aumentar rápidamente su producción. Ha habido sequías, alteraciones en las cadenas de suministros y un aumento sustantivo del costo de fertilizantes que, lo veremos más adelante, se afectan aún más por la invasión.

Mientras tanto, es muy alto el riesgo de una crisis alimentaria en los países más pobres, por una combinación de altos precios y disminución sustantiva de la oferta. Para empeorar la ya muy mala situación, la mitad de los granos que compra el Programa Mundial Alimenticio, vitales para 125 millones de personas en todo el mundo, provenía de Ucrania. Para Colombia, aunque importamos el 99% del trigo que consumimos y cerca del 90% del maíz, la dificultad no será de provisión. No los traemos de Rusia ni de Ucrania. El problema serán los precios.

Para rematar, antes de la invasión, los precios de los fertilizantes ya estaban subiendo de manera sustantiva (desde enero de 2021, los precios del amoníaco anhidro habían subido un 315%, los de la urea 214%, el nitrógeno líquido un 290% y la potasa un 213%), debido a la creciente demanda y la menor oferta, a la crisis de la logística global, las sanciones de EE. UU. a Bielorrusia y a que China, el mayor exportador de fosfato, suspendió las exportaciones de fertilizantes desde octubre pasado para cubrir su demanda interna. Con la invasión, la situación se agrava aún más. Rusia era el mayor exportador mundial de fertilizantes nitrogenados, como la urea, y el segundo de potasio y fósforo.

Para Colombia, las consecuencias de la invasión en materia alimentaria son preocupantes. Nosotros importamos el 75% de los fertilizantes que usamos, fundamentalmente urea, fosfato diamónico, fosfato monoamónico y cloruro de potasio. La urea proviene un 29% de Rusia y un 13% de Ucrania. Aunque encontráramos proveedores alternativos (los gremios del sector agropecuario sostienen que la cobertura del primer semestre está garantizada. La incertidumbre viene después) los precios que tendremos que pagar serán aún mayores. Y esos precios se traducirán necesariamente en un mayor costo de la producción de alimentos que, lo he dicho en otra columna, constituyen el sector que más impacta la inflación.

En febrero, la inflación anual fue del 8,01%. Los alimentos fueron los que más aportaron al alza. Representan 3,72 puntos, casi la mitad del aumento. La invasión a Ucrania son solo malas noticias en este campo.

Lunes, 28 de Marzo de 2022
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