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Cúcuta y el departamento en la inopia
Ninguna obra de envergadura en infraestructura, ningún avance en mejorar la semaforización, ninguna mejora en servicios públicos. 
Sábado, 28 de Abril de 2018

Inopia según la Real Academia Española: indigencia, pobreza, escasez. También significa “la más absoluta ignorancia de algo”. Como vemos, ambas definiciones de aplican en un sentido y en otro a la situación deplorable que vive la capital y nuestra región. Mientras la ciudad se cae a pedazos, el deterioro de todo orden avanza inexorable y conduce a la mayoría de sus habitantes a vivir en la inopia, por el otro lado esos mismos ciudadanos que padecen a diario esta indigencia, permanecen ignorantes de su propia realidad y nada los mueve a levantarse y exigir de sus gobernantes, que de una vez por todas se despierten de su inoperancia y su falta de gestión y liderazgo para conducir por un mejor derrotero el futuro de esta ciudad.

La reciente temporada invernal, por demás intensa, ha develado la estafa continua de los múltiples contratistas que se han ocupado por años de enriquecerse a costa de unas pésimas obras en la malla vial de la ciudad, mostrando toda la vulnerabilidad y la mediocridad de obras que no aguantan un aguacero, consiguiendo tapizar de cráteres la mayoría de las vías, donde los pobres conductores particulares y públicos, realizan verdaderas piruetas peligrosas para evitar destrozar sus vehículos. La gestión de esta administración al respecto es miserable y no se compadece que el parque automotor en su mayoría de matrículas de nuestro país, pagan impuestos de rodamiento sin falta para poder transitar por estas trochas. Basta un ejemplo vergonzoso de la reciente pavimentación de la calzada oriental de la vía que conduce a la redoma de Pinar del Rio, la cual en flamante valla publicitaria la Alcaldía de Los Patios proclamaba en su momento una millonaria inversión, y hoy pasados pocos meses, es una trocha intransitable. Así son todas las obras que hacen nuestros “flamantes” gobernantes, monumentos a la corrupción rampante.

Mientras tanto, el Catatumbo y su población sitiados por la violencia de dos grupos que luchan por el negocio de la coca no merecen la mínima atención de esos políticos recién elegidos por los votos cómplices y estúpidos de los cucuteños, a los cuales no les duele este 40% de territorio norte santandereano ni para hacerle un debate de control político al ministro de defensa Villegas que más parece un funcionario virtual, y solo se ocupan de inaugurar sedes políticas para promover candidaturas de los mismos con las mismas mañas e intenciones de seguir raspando la olla de nuestros tributos, a donde llegan ciudadanos en buses pagados con dineros sacados de este círculo vicioso de corrupción, como borregos a inflar la maquinaria clientelista.

Que miserable panorama se avizora con esta ralea que pretende seguir mal gobernando y engrosando su tula con billetes de las arcas públicas, prometiendo falsedades probadas a lo largo de sus propias administraciones pasadas donde poco o nada hicieron por el bienestar de las comunidades y por la ejecución de obras que jamás llegaron.

Los hechos abundan para probar lo dicho hasta ahora: ninguna obra de envergadura en infra estructura, ningún avance en mejorar la semaforización, ninguna mejora en servicios públicos, ninguna gestión para declarar emergencia humanitaria por migración masiva de refugiados, empeño sospechoso de sacar adelante una valorización con vacíos, para ejecutar supuestas obras donde da pavor el solo pensar que esos recursos de nuestros bolsillos empobrecidos se esfumen en las manos de los que ya sabemos; ninguna estrategia de empleo para mejorar esas cifras terribles de informalidad y pobreza extrema.

La sensación de desespero, hastío y frustración debe traducirse en acciones ciudadanas que sean lideradas por ciudadanos probos, pero ya ni eso podemos conseguir en nuestros “lideres”, pareciera que no hay nadie libre de compromisos y sospechas.

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