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Drogas: cambios y epidemia oculta
Los viejos están consumiendo más drogas. Lo hacen por la angustia que produce la soledad en el aislamiento; por la imagen de medicina milagrosa impresa a la marihuana.
Jueves, 8 de Abril de 2021

La COVID está influyendo sobre el mercado ilícito de drogas tanto en la normatividad, como en la demanda, la oferta y las rutas y países más involucrados en el negocio. Según la ONU en 2020, más estados de EU como Nueva York, se abren a la canabis medicinal o estética. Advierte que esta laxitud lleva a un aumento de los adictos, por falta de líneas duras y claras que separen un uso no dañino del otro que sí lo es; por la vía de la marihuana medicinal, se está aumentando el consumo ilícito de esa hierba. Tuvo más de doscientos millones de usuarios en 2020, mientras que los opioides, segundos en la lista, tienen un cuarto de esa cifra. Las anfetaminas, terceras, tienen treinta millones de usuarios; el éxtasis, cuarto, tiene veinticinco millones; y en quinto lugar va la cocaína, con 20 millones.

Con la llegada de Biden y Harris, muchos esperan que la política antidrogas cambie de la guerra a la prevención y al tratamiento de los adictos, con mano dura para los actores financieros globales del negocio, los lavadores y los que suministran armas y precursores para mantenerlo andando. Igualmente, confían en que la sustitución de los cultivos, para el caso de la coca y de la amapola, sea la política aplicable, encontrando para los campesinos opciones que van desde infraestructura y otros bienes públicos, hasta cultivos alternativos. Expresidentes latinoamericanos se han expresado en ese sentido; todos ellos dieron la batalla y vieron cuán costosa y lenta es una victoria militar y policial en este campo. 

Los viejos están consumiendo más drogas. Lo hacen por la angustia que produce la soledad en el aislamiento; por la imagen de medicina milagrosa impresa a la marihuana; o por la laxitud en la prescripción de medicamentos contra el dolor a base de opio y similares. Esta situación la llama la ONU la Epidemia Oculta. Las mediciones de adicción solo se hacen hasta los 65 años de edad; urge cambiar este límite. En los EE. UU., el número de personas mayores de cincuenta que consumió drogas en un año se multiplicó más de diez veces en veinte años. Entre 2016 y 2019 esos mismos usuarios se triplicaron y el ritmo siguió en 2020. Los sistemas de salud van a tener unos sobrecostos enormes derivados de una vejez creciente, que per se acarrea deterioro de la salud, pero exacerbados por la adicción. 

El precio global de la droga cayó, a pesar de que su oferta y calidad también son menores. En la cocaína, la baja en los precios se da en toda la cadena. Se confirma que las drogas ilícitas no se rigen por ninguna ley, ni siquiera la de oferta y demanda. Otra variante es el uso del correo, de internet o de los servicios a domicilio de alimentos y otros, para traficar en medio de la restricción. Hay que analizar esas empresas, sobre todo a las nuevas de gran crecimiento y sin nombre conocido en las redes, pero sí en el lado oscuro de la cibernet. 

Por último, la BBC ha llamado narcoestado, para destacar las nuevas rutas de la cocaína desde Surinam, Paraguay y Brasil hasta Amsterdam, a Holanda. La última gran incautación a valor de mercado fue de ¡CINCO MIL MILLONES DE DÓLARES! Y las drogas sintéticas para toda Europa se producen mayoritariamente allí. 

Las lecciones son varias: -al bajar el precio aumentará el consumo; -hay que prepararse para atender más adictos mayores; -las rutas nuevas pueden ayudar a que caiga nuestra producción de cocaína y de coca; -hay que mantener la mano dura con los financiadores y grandes beneficiarios de la cadena, es decir con el crimen organizado, y reforzar la sustitución de cultivos; -hay que seguir presionando para que los países consumidores tomen una decisión final: o legalizan o incautan, pero que no sigan con las aguas tibias actuales que nos perjudican. 

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