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Efectos del coronavirus
En Colombia, desde 1991, se le ordenó al Estado y a las personas que deben proteger los “bienes culturales” y los “recursos naturales”, pero contra los “depredadores” es imposible.
Martes, 13 de Julio de 2021

Desde que empezó la cuarentena, y a medida que pasan los meses, se advirtió fácilmente, porque era de esperarse, que desde el punto de vista económico sobrevendría para personas, familias y empresas un desastre al que muchos pudieron sobrevivir, con algo de utilidad en sus negocios legalmente abiertos, y otros colapsaron y vino el cierre definitivo porque sus establecimientos de comercio no estaban autorizados para operar públicamente.

Ahora resulta que no sólo las personas, familias y empresas fueron víctimas de la debacle económica que sobrevino con la orden del gobierno nacional, o mejor, de los gobiernos nacionales en todo el mundo, en el sentido de cerrar el comercio, permitiendo sólo la atención al público de negocios esenciales: droguerías, supermercados y pago de servicios públicos, sino que también algunos Estados del primer mundo ahora están pasando las verdes y las maduras porque sus arcas están vacías.

Esto es lo que la televisión internacional difundió la semana pasada, en el sentido que las finanzas de Francia “no gozan de cabal salud” en estos tiempos de una pandemia que no cesa, no cede y donde el virus se trasmuta, va cambiando y se hace más resistente y, de pronto, ahora, vuelve a atacar y resulta que no tenemos defensa. 

¿Qué remedio aplicó el gobierno francés para equilibrar sus finanzas? Subastar cada vez más edificios históricos porque su mantenimiento es costoso. No tiene nada de raro que el gobierno galo aproveche esta coyuntura de la crisis sanitaria mundial para deshacerse de inmuebles de gran valor histórico por su conservación onerosa, es cierto, pero difícilmente encontrará en el futuro otra razón y otro momento oportuno para proceder.

Así las cosas, empezó la subasta por todo el país y con buen recaudo. Por ejemplo, contiguo al Palacio de Versalles, uno de los más representativos del patrimonio cultural de Francia, construido en el siglo XVII y residencia del rey Luis XIV, está otro inmueble que hace parte del Complejo de Versalles, donde por muchos años estuvo el Ministerio de Cultura, fue una galería donde estuvo colgada hasta la Mona Lisa. Este inmueble aledaño fue vendido y el inversor lo transformó en condominios, lo dividió en habitaciones, dañando su carácter histórico y el gobierno sigue con las subastas. Hay edificios imponentes sin valor histórico y los hay que son joyas históricas dignas de conservación, como la que fue objeto de compraventa. La población está de acuerdo que se deshagan de los primeros, pero no de los segundos.

 En Colombia, desde 1991, se le ordenó al Estado y a las personas que deben proteger los “bienes culturales” y los “recursos naturales”, pero contra los “depredadores” es imposible, principalmente los que tienen la calidad de servidores públicos. Respecto a bienes culturales, recordemos lo que sucedió en las marchas recientes; y, respecto a recursos naturales, basta con recordar que han sido las personas -la comunidad- los que han atajado el proyecto de megaminería que tiene contemplado Minesa en zonas de influencia del páramo de Santurbán. El pulso sigue.

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