La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile
Columnistas
El 1% no siempre usa corbata
Identificar al top 1% de las personas de mayores ingresos es una tarea especialmente difícil.
Image
La opinión
La Opinión
Sábado, 6 de Agosto de 2022

Las ofertas de empleo publicadas en los motores de búsqueda para médicos generales, profesión que goza de gran reputación en materia de generación de ingresos laborales, oscilan entre los 2.5 y los 6 millones de pesos, siendo ésta última cifra usualmente aplicable a contratos de prestación de servicios donde el ingreso después de contribuciones a seguridad social por parte de los contratistas queda en algo alrededor de los 2 y 5 millones. Similar es el caso de los ingenieros con algo de experiencia y algunas otras profesiones relativamente demandadas. No son muchas las ofertas que sobrepasan los 10 millones de pesos de asignación salarial mensual. Si la mayoría de las profesiones relativamente mejor pagas, escasamente consiguen entrar al “club del 1%”, ¿Entonces quiénes están en el ahí?

Identificar al top 1% de las personas de mayores ingresos es una tarea especialmente difícil en un país como Colombia donde la informalidad laboral y empresarial son altas (después podremos hablar de si conocer el ingreso individual es el fin último de la identificación de población objetivo de tributación o si se debiese dar un paso más adelante y hacer un esfuerzo por tener información del ingreso per cápita del hogar). Esto nos lleva a una especie de “informalidad transaccional”. Los cálculos de cuál es el 1% más rico del país se basan en información auto-reportada de ingresos de las personas que se recoge a partir de encuestas como la GEIH o la GEPH, o en sistemas de información transaccional que únicamente levantan datos de los ingresos de los ocupados formales como la PILA. Somos literalmente ciegos ante, por ejemplo, los ingresos que se causan en los San Andresitos que hay a lo largo del país y donde no se conoce a ciencia cierta el monto al que ascienden las transacciones que ahí se realizan, los arre
ndamientos de locales comerciales que se pagan en efectivo y demás actividades de la economía informal.

Hace bien el entrante director de la DIAN en anunciar que enfocará esfuerzos en el fortalecimiento de la institución buscando perseguir a los evasores. Sin embargo, esa persecución no debe limitarse a recuperar el gasto fiscal que se deja de percibir con la evasión medianamente observable, sino también llegar de forma certera a los comercios informales que mueven altas sumas de efectivo, a sus dueños, y a aquellos ocupados altamente calificados que se autoseleccionan en la informalidad y que generan ingresos que en la parte alta de la distribución llegan a ser comparables con el que devengan sus contrapartes formales. Si se lograse la hazaña de tasar esta nueva masa de ingresos que usualmente no se tiene en el radar, ese “top 1%” de individuos más ricos podría reconfigurarse drásticamente.

Claro que en “el club del 1%” están los ejecutivos que toman brandi, almuerzan en Harrys Sasson y andan en Mercedes Benz, pero también los comerciantes informales que toman aguardiente, almuerzan sancocho y andan en caballos cuando no en Toyotas. Pagar impuestos es una obligación de todos y todas. Ponernos a pagar a todos lo que corresponde y no sobrecargar a algunos sectores de la economía por la incapacidad de no llegarles a otros es la obligación de la DIAN.


 

Temas del Día