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El difícil arte de cumplir años
Tienen razón los que no cuentan que están cumpliendo años para que nadie les joda la vida. 
Miércoles, 22 de Noviembre de 2017

Cumplir años no es fácil. Lo hacen difícil los amigos, que empiezan a llamar y la primera pregunta que hacen, es: 

- ¿Y cuántos años cumples? 

El cumpleañero entra en un conflicto de conciencia pues no sabe si decir la verdad o mentir. Si miente, el preguntón le responde:

-Pero te envejeciste muy pronto, tal vez por exceso de trabajo.

Como el exceso de trabajo es otra mentira, el cumpleañero debe admitir que la calva y las canas y los signos de expresión (léase arrugas) son la manifestación del estrés de la época moderna y del trabajo agobiante y del insomnio que lo acosa últimamente. 

Sin embargo, a veces el preguntón, lanza un salvavidas y le dice al cumpleañero:

-Pero no se te notan los años, yo creía que cumplías diez años menos.

Con este contentillo, fingido por supuesto, el cumpleañero con sonrisa de oreja a oreja y ojos brillantes, le da la razón al otro:

-Lo que pasa es que yo me cuido mucho, no tomo, no fumo, no trasnocho y hago ejercicio y todo eso me mantiene en un estado juvenil.

-¿Y de lo otro tampoco, nada de nada?

-Eso es parte del ejercicio.

De modo que tienen razón los que no cuentan que están cumpliendo años para que nadie les joda la vida. 

Yo cumplí años ayer y como mentir no es uno de mis fuertes, a los preguntones, y sólo a los preguntones, les dije la verdad.

Algunos me dijeron, que dónde los escondía porque no se me notaban. Les contesté que ahí estaban a la vista de todos, y que si no se me veían era por la buena vida. Comer bien, dormir bien, cero preocupaciones, y mucho juicio en todo lo demás.

Una amiga me llamó para felicitarme y para decirme que como yo estaba en Bogotá no podía darme ningún regalo, a lo cual hube de responderle que había ampliado el plazo hasta el 31 de diciembre para recibir regalos.

Otra amiga me dijo que me mandaba un abrazo y un beso a la distancia. Tuve que responderle que eso era trampa pues los abrazos y los besos se dan en vivo y en directo. De manera que lo que le dije a mi amiga del regalo, vale para todos: el plazo para recibir regalos está ampliado hasta el último día del año.

Sin embargo, viéndolo bien, como lo dije hace poco en otra de mis columnas, celebrar el cumpleaños es celebrar que nos queda un año menos de vida. Pero esa es la costumbre y así el día del cumpleaños se convierte en el mejor día del año. No faltan los que a las doce de la noche y un minuto, empezando el día del “Japiberdi”, lo despiertan a uno con una llamada o con una torta llevada a la cama.

No hay cumpleaños que valga, sin torta y sin brindis. Conozco a alguien, que si no se le parte torta, se frustra y se entristece y hasta llora.

Que éste sea el momento, pues,para decirles muchas gracias a los que me escribieron o me llamaron y muchas gracias a quienes me llamarán o escribirán después de leer esta columna porque el Facebook no les funcionó, y hasta de pronto se dejen ver con algún presente.

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