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Columnistas
El imaginario de la frontera
La frontera en los años 60 y 70.
Lunes, 15 de Agosto de 2022

En la época maravillosa de los años 1960, o 70, la convivencia en la frontera era familiar y sencilla, porque en cada pueblo había parientes o amigos, o una ruta gastronómica esperando visitas afectuosas de ida y vuelta.

La ida al Paso Andino y a las poblaciones tachirenses de un lado, y del otro a Pamplona, era una costumbre arraigada en las ganas domingueras de fresas o de almorzar por ahí, comer arepas rellenas y traer pan o colaciones.

Los colegios de Pamplona eran severos, sabios y ordenados, apropiados para acoger estudiantes venezolanos, formarlos en un ambiente académico virtuoso y, a la vez, generar una afluencia permanente de visitantes.

Los centros comerciales de San Cristóbal, su clima y los barrios bonitos de sus alrededores no tenían comparación y el encanto de la ciudad deleitaba a todos, tanto, que aún se recuerda con una especial nostalgia.

Y en el mismo San Antonio, las compras de electrodomésticos o productos de alacena, enlatados, jamones, o una cerveza muy fría en cualquier esquina, todavía repican en el eco de los mejores tiempos fronterizos.

Era una cadena de sueños que se unían en los caminos, enlazados por una relación, tan normal e íntima, que ni siquiera se daba cuenta de ser internacional y estar sembrada en las raíces compartidas por la gente.

Todo se fue diluyendo poco a poco, por la riqueza petrolera de ellos, por el facilismo nuestro, por las insoportables complicaciones, en fin, porque se rompió un imaginario del que puede brotar, nuevamente, la esperanza.

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