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El orgullo de ser nortesantandereano

Oportunidad de reencontrarnos con los paisano.

Asistir al Día de la Nortesantandereanidad, en la Feria Internacional del Libro, en Bogotá, es tener la oportunidad de reencontrarnos con los paisanos, los compañeros de colegio, los amigos de infancia, los bullangueros de tiempos idos, los que se quedaron en la capital o se radicaron en ella, pero sobre todo, es la oportunidad para revivir el sentimiento que nos hermana, el de la nortesantandereanidad.

Anoche reviví aquellas emociones al hacer en la Feria la presentación de mi libro El pueblo de los molinos de viento, un libro de relatos de algunos pueblos y hechos de Norte de Santander, que presento con mucha alegría, como una contribución al fortalecimiento de nuestra identidad regional.

Con algo de historia y un poco de ficción, en él se habla de la alegría de los cucuteños cuando trajeron el primer carro a Cúcuta sin haber carretera, y se cuenta la inundación que alguna vez causó el río Pamplonita, que se desbordó una tarde de invierno y se metió por las calles de Pamplona, hace ya unos cuantos años. Y se habla de los Estoraques y sus castillos de arena, cantados con hermosura poética por Cote Lamus, y de Ocaña y de sus sabrosas arepas, y de las penitencias que imponía el padre Romero en Salazar en el confesionario, de sembrar matas de café en lugar de rezar padrenuestros y salves, para poner em paz a la gente con Dios. La panela de Convención, las reinas de Chinácota, los arrieros de Sardinata y otros recuerdos de caminos y pueblos del departamento, se dibujan en este libro, que pretendo sea leído por grandes y chicos, muchachos y viejos.

Los que han ido a conocer a Gramalote en su nueva ubicación, después de la tragedia que destruyó al pueblo antiguo, quedarán sorprendidos de la belleza del nuevo paisaje urbanístico. En su parque y en algunas calles, instalaron modernos molinos de viento para captar y aprovechar la energía eólica, y es esta visión real la que le da título al libro: El pueblo de los molinos de viento. Por una feliz coincidencia, este título nos relaciona con los molinos de viento a los que se enfrentaba don Quijote, obra cumbre del idioma español, cuya vigencia celebramos por esta época en la Feria del Libro de Bogotá.

Alguna vez, invitado a una versión de la misma Feria,  pronuncié unas palabras y las he incluido a manera de epílogo. Como considero que lo dicho en aquel entonces no ha perdido actualidad, hoy reproduzco algunos fragmentos de ese artículo:

“Aquí estamos Güichos de Ocaña, Patirrajados de Pamplona, Toches de Cúcuta, montañeros de Las Mercedes, reinosos de Silos y gente de todo el departamento, unidos por lazos de hermandad, para proclamar el orgullo de ser nortesantandereanos, paisanos de Francisco de Paula Santander, de José Eusebio Caro, de Florentina Salas, de Gaitán Durán y Cote Lamus y tantos otros que nos han dado gloria y linaje.

“Orgullosos de nuestra tierra y de nuestra gente, de todos los nortesantandereanos, y de nuestra fe en el departamento.  

“Orgullosos de los que siembran semillas de esperanza para que algún día, ojalá no muy lejano, podamos recoger los frutos de esto que hoy sembramos: la noresantandereanidad.”

Sea la oportunidad para agradecer al gobernador del departamento, Silvano Serrano, al director de la biblioteca departamental, Julio Gacrcía Herreros y demás autoridades de cultura del departamento, la vinculación de la región nortesantandereana a la Feria Internacional del Libro, y el apoyo a la creación  y difusión de nuestra cultura. Los escritores y artistas en general del departamento les quedamos inmensamente agradecidos.

gusgomargusgomar@hotmail.com

Martes, 26 de Abril de 2022
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