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En memoria de Dubán

Dubán vivió con entusiasmo y fue feliz en el camino. Toda mi fortaleza y un abrazo sincero para su familia y amigos.

Cuando pienso en el ejercicio de la docencia, recuerdo una frase que le escuché a uno de mis maestros. La frase es “docendo discimus” y se traduce al castellano como “enseñando, aprendemos”. Esas dos palabras permiten entrever que la enseñanza y el aprendizaje son una misma actividad de ida y vuelta, un diálogo recíproco en el que los participantes entregamos y recibimos ideas sobre el mundo.

Ejerciendo la docencia en la Uni­versidad Libre conocí a Dubán en el 2018. En ese momento él quería representar a la universidad en un concurso nacional, pero ese año no logró pasar la fase interna. Al año siguiente sí pudo, pues se preparó durante varios meses. Sin embargo, el concurso implicaba tener visa y salir del país. Ese año intentamos por todos los medios conseguir recursos y obtener el visado, pero los tiempos no dieron. Meses antes había participado en otro impor­tante concurso universitario, pero no logró pasar de la primera ronda.

En ese momento hablamos con él porque temíamos un bajón de áni­mo. Pasó todo lo contrario, Dubán ya estaba buscando otros eventos y destacándose como monitor de los semilleros de investigación. Así lo siguió haciendo durante los años 2020 y 2021. El año pasado se gra­duó como abogado y empezó a per­cibir los frutos de su trabajo como asesor jurídico. Cuando lo veía en los pasillos de la universidad, me contaba que estaba haciendo cosas nuevas, postulándose a congresos y organizando eventos sobre los temas que disfrutaba.

En una ocasión supe que no le había ido bien en un concurso y le escribí un mensaje de ánimo. Me respondió: “Profe con la satis­facción de haberlo luchado hasta el final y de haberlo hecho bien…la gota no rompe la piedra por su fuerza si no por su consistencia, seguir estudiando y luchando”.

Dubán falleció en la noche del miércoles 11 de enero. Escribo esto como una forma de calmar el vértigo de lo inesperado, mientras vuelvo a sus mensajes preguntán­dome: ¿qué aprendí de Dubán? Hay dos cosas que siempre habían estado ahí y ahora las percibo con claridad. Su perseverancia, virtud que permitirá sostener esfuerzos para lograr los propósitos; y su persistencia, virtud que permite perdurar en la memoria, tal y como él lo hará en quienes lo conocimos.

Pero hay algo más sutil que aprendemos de Dubán, y es su capacidad para vivir el viaje, por encima del futuro que el destino haya dispuesto para nosotros. Su perseverancia y su persistencia son muestra de algo que la prisa del día a día a veces no nos permite ver, de que el ejercicio de la vida vale, no por los premios y galardones, sino por el fervor que ponemos en recorrer sus caminos.

Dubán vivió con entusiasmo y fue feliz en el camino.

Toda mi fortaleza y un abrazo sincero para su familia y amigos.

Viernes, 13 de Enero de 2023
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