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Entre paréntesis
Todos, los especialistas de todos los bandos pontifican sin solideo con arengas o sesudas disertaciones que se vuelven virales (quiero ser viral como el SARS-CoV-2).
Lunes, 7 de Junio de 2021

Una vocecita me ha estado diciendo que escriba acerca de otras cosas, que deje a un lado temas tan fútiles, tan laxos. Salvo la primera columna que trataba del éxodo venezolano, las demás, en su mayoría (o casi) elude la realidad real. Y se ha hecho adrede pues basta consultar cualquier medio para atragantarse con el tema de turno. Todos, los especialistas de todos los bandos pontifican sin solideo con arengas o sesudas disertaciones que se vuelven virales (quiero ser viral como el SARS-CoV-2). Ni hablar de los ajusticiamientos vía redes. Cuánta virulencia. Cuánta ponzoña. Entonces, ¿para qué echarle azúcar a la miel?

Pero si le hago caso a esa señal, si quisiera sumarme a la ristra de gurús tal vez diría (desde la comodidad del exilio voluntario) algunas cosas. Parto con el recuerdo de una calcomanía disuasoria que exhibían en sus vitrinas algunos comercios pequeños: “Hoy no fío, mañana sí”. Diría que si cada quien se esculca y se mira en la foto diaria que nos toma el espejo y piensa: hoy no me aprovecho del otro, hoy no me cuelo en la fila, hoy no pago favores, hoy no prevarico, hoy no gobierno peor, hoy no empeoro como opositor, hoy no tuiteo tonterías, hoy no reenvío cortedades, hoy no panfleteo. En resumen: hoy no la cago, mañana sí. Con esos y otros “Hoy no esto, mañana sí”, tal vez las cosas cambiarían sin darnos mucha cuenta. (Iluso).

Hablando de panfletos, éste (que no difama) se lee en distintas latitudes del orbe (no muchas) y no creo despistar si digo que estoy hablando de Colombia, la tan de moda, la tan mediática. No descoloco si digo que en Locombia, my Colombia tricolor (la de los narcos de perfil bajo, la de algunos políticos (bastantes) más bajos aún, la de ciclistas héroes, la de guerrilleros y militares fracasados, muy resilientes y tal, todos (no tantos); la de reguetoneros multimillonarios, la de mucha gente (demasiada) multiempobrecida, esa Colombia que se sacude y acude, que se insulta y se catapulta, que se empacha y emborracha, esa, ojalá, abra los ochenta y muchos millones de ojos y haga provechosa esta barahúnda desde todas las esquinas del apeirógono nacional. (Busquen la palabrita, la acabo de aprender; mejor lo digo, para que no me abandonen: es un polígono con infinito número de lados. Complicadísimo). 

Retomo el asunto: ojalá todas las Colombias (la atrincherada en sus blasones, la ahorcada con camándula, la adiestrada como borregos, la aborregada por diestros, la que se asusta con los daños pero no hace nada, la que hace daños y asusta, la que asusta y hace daño) se sirvan (repito) de esta encrucijada para abrir otra vía, elegir otro carril. (Dreamer). 

La ley es la ley, pero lo justo es mejor. La rabia es la rabia, pero lo sensato es mejor. El espejo es el espejo, pero roto es peor. Dirá usted. ¿Y este? ¿Se moja o no se moja? Lo que pasa es que soy hiperhidrofóbico. ¿Gira a la derecha o toma por la izquierda? Es que soy centroextremista. ¿Que qué propongo? Ya propuse. (Pero no mucho). Es que cuando medio país cacarea la paz y el otro medio la bombardea, desaparezco, cuando medio país está muy mal, re-mal, enmudezco, cuando el país entero es Patria Boba, padezco. 

No sé si prefiero escurrir la lágrima o inflar la yugular, si poner cara de peluche o dejar salir el monstruo que todos alojamos. (Ninguna de las anteriores). Prefiero escribir columnas blandas, adolescentes, invertebradas, que alcancen una sonrisa transparente, un agravio indiferente. Prefiero eso entre paréntesis (muy entre paréntesis).
 

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