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Hidrógeno verde
De allí la relevancia de abocarnos -brevemente- a analizar la significación y relevancia de la producción del hidrógeno verde.
Sábado, 2 de Enero de 2021

El precio del petróleo se ha visto incrementado en el último tiempo, y si bien falta mucho para llegar a los precios del boom vivido hace una década, el que haya sobrepasado los US$ 50 dólares por barril, es una excelente noticia para las arcas fiscales de Colombia así como para las de todos los países productores de este hidrocarburo.

Como ya conocemos, el recién electo Presidente de Estados Unidos Joe Biden, ha anunciado que uno de sus primeros actos relacionados con la reinserción multilateral de su país, será volver a ser parte del Acuerdo de París, mega Acuerdo suscrito por más de 180 países en el que se comprometen a ir disminuyendo las emisiones contaminantes de anhídrido carbónico (CO2),  gas de efecto invernadero que se produce cuando se usan combustibles fósiles. 

De allí la relevancia de abocarnos -brevemente- a analizar la significación y relevancia de la producción del hidrógeno verde (de bajas emisiones), y lo que su obtención a precio competitivo pudiera ocasionar en la economía de aquellos países que sustentan sus finanzas en la exportación de petróleo. 

Por ello, y con razón se habla que en no más de dos décadas en la medida que vaya mejorando la tecnología para captar las emisiones de la luz solar a través de placas de mayor sensibilidad, la producción y emisión de electricidad por este medio, y también por generación eólica hará que la producción de hidrógeno verde sea de precio competitivo pudiendo incluso desbancar al petróleo como combustible para diversos usos.  Ello, no será fácil, ni barato, pero todo indica que hacia allá vamos.  

En dos palabras, el mundo podría llegar a ser impulsado por la electricidad generada por la energía solar y eólica generándose un cambio sustancial en la degradación creciente del medio ambiente desde la perspectiva del cambio climático y la conservación medioambiental, atendido que la energía producida con este elemento no emite ningún tipo de gas de efecto invernadero.

El hidrógeno es el elemento químico más abundante del Universo. Hasta ahora la mayoría (que es gris) se extrae de combustibles fósiles mediante craqueo a alta temperatura generando muchos millones de toneladas de CO2.  El resto, que es el verde (no más de un 5%) se obtiene por electrólisis que es un proceso más limpio cuando la corriente procede de fuentes renovables (sol, viento y agua) solo que aún es muy costosa su producción.  No pocos expertos ven al hidrógeno verde como algo disruptivo, sino más bien como una gran oportunidad para, por ejemplo, convertir las redes de transporte masivo y de distribución de gas natural a hidrógeno, dependiendo del desarrollo de electrolizadores de gran escala que puedan tener ventaja económica.

Así no lo estemos percibiendo, se está desatado una gran competencia tecnológica, territorial y económica en torno a la producción de este químico.  No podemos olvidar que el mundo de los últimos cincuenta años se ha desangrado por los accesos preferenciales a las reservas de petróleo.  De manera que no sería de extrañar que a muy poco andar, estas disputas se trasladen hacia aquellos países que cuentan con indudables ventajas comparativas en la captación de luminosidad solar, vientos de grandes velocidades y pasos de agua torrentosas.

En concordancia con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS 2030), la humanidad está buscando aquellas rutas que la puedan llevar a ser neutra en emisiones.  Como en la mayoría de los temas relacionados con el desarrollo sostenible, los países desarrollados nos llevan una gran ventaja, al punto que Europa va a descarbonizar cuatro sectores en no más de tres décadas: la industria, el residencial, el transporte y la energía.  De suerte que no habría marcha atrás.  De allí que sea crucial no dormirse en los laureles.

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