Este tema, espinoso por demás, debe ser motivo de preocupación para los colombianos ad portas de unas elecciones decisivas para el futuro del país. Precisamente los políticos quieren librarse de lo que está detrás de ellos en cuanto a su postura ideológica para que no los califiquen de esto o aquello en este país polarizado entre derecha e izquierda, pues esto podría desfavorecer sus aspiraciones de llegar al poder.
Sin embargo, y a pesar de los muchísimos candidatos que aspiran a estar en la primera vuelta, y a que algunos columnistas y candidatos presidenciales quieran dividir la opinión hablando de amigos o enemigos del proceso de paz, como bandera de campaña, además de mostrarse impolutos, decentes y un sinfín de atributos bien dudosos en sus propias actuaciones pasadas, los ciudadanos realmente vamos a decidir es por un modelo político, económico y social que nos da a escoger entre un sociedad democrática, de libre mercado, pluralista y lejos del socialismo del siglo XXI, o por el contrario por un modelo de país empeñado en arrasar con la propiedad privada, con la libre empresa, con la libertad de una verdadera democracia, como lo pretenden las FARC y sus amigos del Polo, Progresistas y demás especímenes que comulgan con la debacle y el fracaso estrepitoso de la banda de delincuentes que gobiernan Venezuela.
Los colombianos se muestran dudosos en las encuestas, y hasta temerarios dándole el voto, por ejemplo, a un político como Petro, que solo con su estrepitoso fracaso como alcalde de Bogotá, y su inocultable admiración por Maduro y sus esbirros, no debería despertar la más mínima confianza en los electores serios y responsables. Sin embargo, la voz del pueblo algunas veces es caprichosa y también esta hastiada de tanta corrupción y robo descarado de los recursos públicos que ha crecido como espuma en el actual régimen. Es por eso, que aquellos que muestran la piel de oveja como adalides de la pulcritud y la “decencia”, despiertan alguna esperanza en la ciudadanía cansada de la actual rapiña oficial, como es el caso de Fajardo y su coalición, la cual quiere mostrarse de Centro, moderada y sin inclinarse a ningún lado.
Pero no nos llamemos a engaños ni nos dejemos embaucar por cantos de sirena, el señor Robledo una de las patas de la mesa de tres de la coalición de Fajardo, es un senador del Polo, ampliamente conocido por su ideología marxista, por sus posturas contra el modelo económico occidental, por su marcado proteccionismo y su inocultable deseo de que el Estado le meta mano a la libre empresa y a la propiedad privada. De lo anterior Fajardo no ha dicho esta boca es mía, y tampoco lo dirá en su campaña pero ahí está latente, es real y políticamente lo llamaran a cumplir con estas exigencias si llegara a obtener el poder.
De tal manera queridos lectores, debemos aprender ya a saber leer el discurso y las verdaderas intenciones de los políticos que están en campaña; seamos serios y responsables con nuestro voto, de ello depende nada más y nada menos que el futuro del país, de nuestras generaciones jóvenes. En el otro lado del espectro, donde nos quieren etiquetar como de derecha, hay excelentes candidatos, preparados para ejercer con autoridad y determinación el derecho a preservar nuestro modelo de democracia, en esta frontera maltrecha tenemos demasiado cerca el espejo de la nefasta realidad de lo que significaría un modelo socialista, autocrático y tiránico. Con una dictadura cruel y corrupta nos vasta y nos sobra en Latinoamérica.
