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Jóvenes en protesta

Lo que acontece en Colombia es la oportunidad de oro para generar una transformación social. Para colocar en los futuros gobiernos una agenda social que se blinde frente a la competencia de ideologías rivales dentro de una sociedad.

El derecho a la protesta es un medio necesario para garantizar la convivencia y la democracia en toda sociedad. Ninguna democracia nace o se sostiene sin esa posibilidad de manifestación ciudadana pacífica de inconformidad frente a un gobierno. Las sociedades no se congelan en el tiempo, por el contrario, se reinventan, evolucionan, mucho más si es desde la dialéctica.

Lo que acontece en Colombia es la oportunidad de oro para generar una transformación social. Para colocar en los futuros gobiernos una agenda social que se blinde frente a la competencia de ideologías rivales dentro de una sociedad. Es el momento de un gran pacto político que “despolitice” la agenda social pendiente.

Lo mas llamativo de este contexto es la convicción de muchos ciudadanos jóvenes al marchar, al protestar por una transformación social, económica y política. Los jóvenes se han cansado del sistema, lo ven excluyente, de unos pocos, pero dependen en muchos aspectos de este aunque saben que pueden cambiarlo para mejorar su futuro.

Lo que vive el país recuerda mucho el contexto de violencia que vivía Colombia a finales de los ochenta en el siglo pasado donde gracias al ímpetu de movimientos ciudadanos pacíficos conformados en su gran mayoría por jóvenes se logró una constituyente extraconstitucional que dio nacimiento a la Constitución actual.

En Chile los jóvenes se apoderaron de su realidad política para trascenderla. Rompieron las cadenas de la conformidad generacional y salieron a marchar evidenciando una faceta oculta de la realidad chilena permeada de desigualdad y que aparentaba ser la “bella” de Latinoamérica. Esa imagen de armonía en Chile concentraba una bomba social de muchos años pendiente de estallar. 

Desde octubre de 2019 y parte del 2020 se dieron protestas sociales fuertes en Chile, represión estatal y policiva contra muchos ciudadanos en especial jóvenes, situación que llevo al caos y la anarquía, a la paralización de la sociedad dando como resultado que el gobierno allí tuviese que abrir el sistema para un cambio sustancial desde su base política y moral a través de la convocatoria de una constituyente para crear una nueva Constitución, un nuevo pacto político, una que no hubiera nacido en el contexto de una dictadura.

Hace poco tuve la oportunidad de escuchar y debatir con algunos jóvenes estudiantes de Derecho sobre la situación política del país y las razones de fondo de la protesta. Algunas de mis impresiones ha sido la evidencia de su indomable energía y voluntad de seguir en la protesta para lograr que su voz sea escuchada. 

Por otro lado, la claridad en las causas simbólicas de su inconformidad: 1. La protesta en Colombia es mal vista desde que los jóvenes están en el colegio. Esa concepción tradicionalista de asumir la protesta como un acto de rebelde o vandálico debe cambiarse. 2. El país no va a cambiar hasta que la gente no se indigne más con un “hijueputazo” en televisión que ver a un niño en la calle limpiar los parabrisas de los carros. 3. Hoy en día los jóvenes saben quiénes los gobiernan y cuáles son sus intereses de oligarquía tradicionalista durante más de 60 años. 4. La política del miedo causa ceguera. Los jóvenes no quieren conformarse con la Colombia actual y por ello quieren cambiarla, pero sobre todo para no ser como la Venezuela de Maduro.
 

Viernes, 14 de Mayo de 2021
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