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La Constitución de Villa del Rosario de Cúcuta: doscientos años de reconocimiento diplomático

Gual también creía en la importancia del derecho internacional.

Cuando el 7 de octubre se creó en Villa del Rosario de Cúcuta la Secretaría de Asuntos Exteriores de la República de Colombia, los intereses del recién creado Estado se centraban alrededor del reconocimiento internacional que pudiera conseguir su secretario, Pedro Gual. A partir de ese momento, la Cancillería se ha esforzado durante doscientos años para que se reconozca a Colombia como un país democrático y a su diplomacia como una que se esfuerza por ir a la vanguardia de los tiempos.

Pedro Gual, nombrado canciller en 1821, tenía la visión de una cancillería que fuera el pilar de la administración, los cimientos sobre los cuales se construiría el proyecto del estado colombiano. Gual tenía una visión de mundo marcada no solo por el ideario de Bolívar, sino también por haber pasado un tiempo importante viviendo en Estados Unidos. Llegó a Washington con el encargo de comprar armas para los patriotas venezolanos y colombianos y terminó ejerciendo labores de abogado. Su conocimiento de los estadounidenses hizo que, al ser elegido Secretario de Relaciones Exteriores, su primer tratado, el Tratado Gual – Anderson de 1824, se firmara con EE. UU.  Este hecho marcó el rumbo de la política exterior del país, una política que, desde sus inicios y hasta hoy, pasados los primeros veinte años del siglo XXI, mira de manera privilegiada al norte.

Gual también creía en la importancia del derecho internacional. Se apoyó para sus discursos diplomáticos en los textos del filósofo francés Vattel, pionero del derecho internacional. El uso de argumentos legales fue fundamental para lograr el reconocimiento por parte de los europeos de la nueva nación. Gual logró el reconocimiento como Estado por parte de Portugal, importante país marítimo, y el reconocimiento de la legalidad del comercio y uso de puertos por parte de Gran Bretaña, la potencia del momento. Esto se ganó mediante un discurso diplomático que hacía énfasis en que las revoluciones en América, lejos de ser revoluciones violentas, eran movimientos separatistas encaminados a restituir la libertad de los pueblos americanos y enmarcados en el derecho y la legalidad.

La confianza ilimitada en las leyes como dijo Miguel Peña, presidente del Congreso, al presentar la Constitución de 1821, ha sido una constante para la Cancillería colombiana. Así, durante el siglo XIX, Colombia se esforzó por buscar maneras de solución de controversias en el sistema internacional, por participar de la regulación del comercio marítimo y por estar presente en las primeras reuniones panamericanas para resolver problemas comunes a la región. En el siglo XX, participó de manera activa tanto en la Liga de las Naciones como en la creación de la ONU, entre otros.

El nombramiento de Gual como primer canciller marcó el rumbo del país en lo internacional y la Constitución de Cúcuta se convirtió en la piedra sobre la cual se construyó la historia diplomática del país. Y, si bien es cierto que doscientos años después seguimos mirando de manera excesiva al norte, también lo es que estos doscientos años han sido una apuesta a la diplomacia colombiana y al reconocimiento de Colombia como el país que, a pesar de los problemas tales como las guerras del siglo XIX, la pérdida de Panamá en 1903, la violencia de mediados del siglo XX y la narcotización de la agenda en los años ochenta, sigue defendiendo en el ámbito internacional la libertad y la democracia; el país que sigue firmando tratados y convenios para posicionar a Colombia en temas de vanguardia como el firmado en días pasados en India sobre diplomacia científica; el país que sigue hablando de derecho internacional aunque no siempre sea el que gana en los escenarios internacionales.

Internacionalista, Universidad Externado de Colombia (*)

Miércoles, 6 de Octubre de 2021
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