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La crisis del Cúcuta Deportivo

Tres ejes nos mueven hacia una serena reflexión.

Comencemos rindiendo tributo a los padres fundadores de la Institución, que hace 94 años interpretaron el deporte como cultura; así mismo, a Rolando Serrano, Germán González y Alvaro Contreras, cucuteños cuya calidad futbolística hizo vibrar nuestra pasión de hinchas; también, a algunos extranjeros de distintas épocas, como Lauro Rodríguez, Omar Verdún y Hugo Horacio Lóndero, grandes señores que abrazaron la ciudad para quedarse; a todos los cronistas deportivos, cracks del micrófono cuyos comentarios mantienen vivo nuestro apoyo al equipo; y, por sobre todo, a la afición acumulada en generaciones, que se emociona en las victorias o se acongoja en las derrotas, pero que siempre es solidaria porque al final es la verdadera dueña del equipo y representa el alma del pueblo cucuteño. 

Tres ejes nos mueven hacia una serena reflexión: el de la sicología de las masas, que se enmarca en el Interés General; el estrictamente jurídico, para superar los impasses actuales; y el económico, pensando en el futuro del equipo.

Parece mentira que Cúcuta, la sexta ciudad del país en población, con semejante historia futbolística se quede sin equipo, mientras otras menores tienen inclusive dos. Como cucuteños, no podemos permitir que el interés privado doblegue el Interés General. Que la Dimayor sea entidad particular y pueda disponer de la ficha no es justificación para sustraerle el equipo a la ciudad. La propiedad privada implica obligaciones sociales y, en este caso con mayor razón, pues se golpea no sólo el espíritu colectivo de un millón de habitantes sino de generaciones cuyo legado merece respeto. 

Sicológica y emocionalmente tenemos que mostrar nuestra grandeza, uniéndonos todos, desde la Gobernación y la Alcaldía, pasando por los parlamentarios, diputados, concejales y ediles, hasta los gremios y todas las fuerzas vivas, comenzando por el periodismo y las redes como poder socializador extremo, y las universidades y colegios con su  juventud; en fin, todos unidos en una gran cruzada, para que la voz de Cúcuta se oiga en los medios de comunicación de alcance nacional, así como en el Gobierno con su Ministerio del Deporte y la Supersociedades, y la Dimayor, despertando justicia y solidaridad. Es cuestión de Interés General, con suficiente soporte constitucional. Acá sin duda cabe en mayúsculas el Intervencionismo de Estado.

Desde luego, se requiere de una estrategia de unión que evite roces y aprovechamiento en el liderazgo social o político, bajo la premisa de que somos soldados de una causa noble. En esta estrategia hay aristas y tiempos diferentes que deben ser planificados.

El segundo eje toca el campo jurídico, en donde por complejo que parezca, hay que desatar el nudo. La primera labor tiene que lograr que el Ministerio del Deporte y la institucionalidad se muevan, mientras en paralelo se resuelven la acción de tutela y la nulidad planteadas por Edgar Cortés con razón y alma de hincha, así como cualesquiera otras acciones judiciales que puedan surgir, según expertos. Insisto en que sobre el marco del Interés General de los cucuteños, las pretensiones de Cadena tienen que disminuirse hasta doblegarse. Bajo el marco del Estado Social de Derecho, resulta aberrante que una persona arrodille toda una ciudad.  Trabajados los dos primeros ejes, se impone un tercero, en torno al futuro económico del equipo, en donde las fórmulas son múltiples. Algunos hablan de la democratización, vinculando hinchas, lo cual es loable, aunque entre nosotros ha dejado amargas experiencias, como la del ‘Hincha Fiel’. Otros piensan en un grupo de 100 cucuteños que podrían aportar entre 10 y 100 millones de pesos, lo que unido a la Alcaldía y Gobernación, que podrían vincularse con 3 o 4 mil millones de pesos bajo convenios bien estructurados de promoción deportiva durante tres años, garantizaría el mantenimiento del equipo. Y así, una y otra fórmula, todas válidas para estudiar. 

Confío en el Comité que lidera la reorganización del equipo, integrado por personas con pleno conocimiento y vocación de servicio. Una alta dosis de diplomacia se impone, porque al tocar cualquier puerta, la tarea es persuadir y convencer. Qué viva el Cúcuta Deportivo! 

Domingo, 6 de Diciembre de 2020
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