La pandemia nos obligó a repensar la forma en la que tradicionalmente hacíamos las cosas y llevó a buscar soluciones que nos permitieran continuar con el mayor grado de “normalidad” en nuestro quehacer: estudiar, trabajar, comprar, divertirnos, etc. Así, la digitalización tuvo una gran acogida en el mundo y principalmente en los países donde, si bien se estaba dando la transición hacía una vida más digital, aún quedaba camino por recorrer, como en el caso de Colombia.
En el país, el uso del internet ha crecido en los últimos años pero sigue estando concentrado en fines recreativos. En 2010, sólo el 36,5% de los mayores de 5 años utilizaba internet, cifra que alcanzó el 69,8% en el 2020 pero aún con importantes brechas entre lo urbano y lo rural, en este último el acceso tan solo alcanza el 43,1% en su cifra más reciente (DANE, 2020).
También preocupa el tipo de uso que se le ha dado, pues cerca del 80% de los usuarios de internet en Colombia lo usan para acceder a redes sociales pero menos del 30% para educación o banca electrónica. Sin embargo, parece haber ganancias en este terreno con la llegada de la pandemia. Según el CNC, el conocimiento y uso de internet por la población colombiana aumentó de forma importante en 2020 y de igual forma el uso dirigido a transaccionalidad y educación, pues pasó de 33% previo a la pandemia a cerca de 55% a finales de 2020.
Se ha ido fortaleciendo la idea del “consumidor digital” que demanda un entorno más digital. Por esto, hemos visto avances no solo en el campo del comercio electrónico sino también en otro tipo de labores, que previo a la pandemia parecían impensables en forma digital. Es el caso de la telemedicina o la tramitología en varias de las entidades del gobierno, que lograron convertir horas de espera presencial en un simple formulario digital o un correo electrónico.
La verdadera pregunta es ¿llegó la vida digital para quedarse? Y muy a grandes rasgos podríamos decir que sí. Un claro ejemplo es el comercio electrónico. Previo a la pandemia este tan solo representaba cerca el 1,5% de las ventas minoristas del país, durante los momentos más estrictos de confinamiento, e impulsado por los días sin IVA que tenían alguna restricción de pago con medios electrónicos, alcanzó a representar cerca del 8,0%, esto se fue moderando a medida que las restricciones de movilidad se fueron relajando y parece haberse estabilizado cerca del 2,5%, aún en niveles superiores.
Ojalá esto sea lo que ocurra en otros ámbitos y aprovechemos esta oportunidad para ir un paso adelante y sacarle el mayor provecho a las ventajas que nos trae la era digital.
Redacción María Paula Castañeda, BBVA Research
