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La encrucijada global
Nuestro mundo actualmente tiene 7.900 millones de personas y produce 9.400 millones de toneladas de cereales y tubérculos, pero tiene 770 millones de malnutridos.
Sábado, 26 de Febrero de 2022

Estamos en una encrucijada que pocos, si es que alguno, entiende. Putin, con una decisión que nos recuerda la que tomó Hitler en 1939 cuando invadió a Polonia y desencadenó la Segunda Guerra Mundial, atacó a Ucrania para anexarla de nuevo al Imperio ruso, indiferente a los muertos que comienzan a acumularse y sin renunciar al uso de armas nucleares, solo aplaudido por Trump, y los países socialistas de América y de Asia, pero condenado por el resto de las naciones occidentales que se limitarán a poner sanciones económicas a Rusia que pueden surtir efecto en el largo plazo, pero no entrarán con sus ejércitos a defenderla, porque no es miembro de la OTAN. 

Por el otro lado, un invierno que deja una capa blanca de hasta 30 centímetros de nieve en los Estados Unidos y afecta también a Europa, obligando el uso de gas natural y carbón para que las poblaciones del hemisferio norte puedan sobrevivir este invierno, pero pagando precios exorbitantes por esos insumos básicos.  

Esta situación favorece las finanzas de Colombia, un país que no produce lo suficiente para su propia población y que alegremente cree que puede resolver su falta de productividad aprovechando las entradas que le dejan la exportación del petróleo, cuyo precio ya supera los cien dólares el barril y el carbón que le compran ávidamente los países industrializados. A esta encrucijada se une, y es actor importante, el calentamiento global que ha afectado el clima y que amenaza con la extinción de la raza humana. 

Es posible entender las causas del calentamiento global, a pesar de que no se pueda el porqué de la estupidez humana. Quiero hacer para mis lectores una somera descripción del fenómeno natural.  El calentamiento de la atmósfera se debe a la acumulación de los llamados gases de efecto invernadero; el CO2, producto de la combustión de cualquier material orgánico y el metano, producido por la digestión de los rumiantes y la fermentación de material orgánico en los pantanos. Su efecto combinado es un aumento de 0,6 grados centígrados en los últimos setenta años. 

Mondragón, en la Revista de la Academia de Ciencias, muestra que en mayo de 2020 la atmósfera tenía 417 ppm de CO2, casi el doble de los últimos 800.000 años. Pero el CO2 es producido por causas naturales tales como actividad volcánica, que hemos visto incrementada últimamente, (Krakatoa, La Palma, Hunga-Tonga…), además de la respiración de los animales. ¿Cuánto de este CO2 es producido por actividad antrópica, es decir, como resultado de acciones humanas? Es claro que carros, aviones, plantas termoeléctricas, cocinas de gas y fábricas movidas por gas natural son contribuyentes al CO2 atmosférico.  

En un mundo en equilibrio, el CO2 producido por todas las causas naturales se absorbe por las plantas para en un complicado sistema energizado por el sol, fotosíntesis, convertirlo en harinas, aceites y proteínas que guardan en las semillas y son necesarias para la maduración y vida de nuevas plantas. Este es un círculo virtuoso que mantiene la vida sobre la Tierra.  Pero el hombre interviene porque cosecha las semillas para alimentarse a sí mismo y a los animales que le sirven para proveer la proteína necesaria para el mantenimiento de la salud y de la vida.

Nuestro mundo actualmente tiene 7.900 millones de personas y produce 9.400 millones de toneladas de cereales y tubérculos, pero tiene 770 millones de malnutridos. Ha perdido 127 millones de hectáreas de tierras cultivables y 94 millones han sido deforestadas desde el año 2000.  Es una situación casi desesperada, porque las plantas que quedan no pueden utilizar todo el CO2 producido y, por consiguiente, el planeta tendrá que calentarse a un ritmo que puede terminar con la vida como la conocemos.

Esta es una verdadera encrucijada de esas en que cualquier decisión que se tome puede ser errada.   

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