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La moción de censura
La figura ha sido un instrumento importante de control político, con mayor razón ahora que contamos con un Estatuto de Oposición.
Domingo, 5 de Septiembre de 2021

El escándalo de los 70.000 millones de pesos desaparecidos en la licitación para la conectividad de las zonas rurales del país ha sacudido a la opinión pública y crece la indignación ciudadana ante las pocas respuestas de la Mintics, que desde hace semanas ha debido dejar su cargo. No hay explicación alguna a esa gran cantidad de irregularidades, omisiones y falsedades, en un proceso que por su magnitud debió contar con la vigilancia personal de la Ministra. Más allá de la falsificación de la póliza de seguros que destapó el vulgar robo a los colombianos, los antecedentes de unas empresas de papel, el giro de los anticipos sin ningún control, los cambios de objeto social de las empresas del consorcio y los aumentos de capital social a pocos días de participar, demuestran que existió un verdadero concierto para delinquir entre contratistas y funcionarios del ministerio. 

Ante la actitud olímpica de la ministra y la terquedad del Presidente en apoyarla contra toda evidencia, la oposición impulsó una moción de censura en su contra, que seguramente se replicará en los próximos días en Senado. Con el debate a la Abudinem surgieron de nuevo las voces que cuestionan la utilidad de la figura de la moción de censura incorporada a nuestra Constitución en 1991. Con el argumento de que no se ha aplicado a ningún ministro en sus 30 años de vigencia, algunos proponen eliminarla de nuestro ordenamiento jurídico.

La moción de censura sí ha funcionado y más allá de la formalidad de la votación en alguna de las cámaras censurando un ministro, la figura ha sido un instrumento importante de control político, con mayor razón ahora que contamos con un estatuto de oposición.

Son varios los casos de ministros que en estos años tuvieron que salir de sus cargos después de presentadas las mociones de censura. En este caso también sucederá. La figura ha permitido elevar el nivel y las exigencias de los simples debates de control político. Aunque es justo reconocer que en ocasiones grupos de parlamentarios se han excedido en su uso. 

Basta recordar varios casos en la historia para entender la utilidad de la moción de censura, más allá de aceptar que es una figura propia de los regímenes parlamentarios europeos que se incrustó en nuestro presidencialismo. El Ministro de Transporte de Ernesto Samper en 1997, Carlos Hernán López, enfrentó una moción de censura por la utilización irregular de bienes públicos en campañas políticas y, aunque superó la votación, pocas semanas después tuvo que renunciar.

El Ministro de Interior de Pastrana, Néstor Humberto Martínez, afrontó en el 2000 una moción de censura y antes de concretarse se vio obligado a dejar el cargo. El Ministro de Defensa de Álvaro Uribe, Jorge Alberto Uribe, también fue objeto de moción de censura y en ese caso incluso una mayoría de Representantes censuró su desempeño. Pocas semanas después salió del gobierno. En la misma administración Uribe el Mininterior Fernando Londoño Hoyos renunció después de afrontar moción de censura por varios escándalos acumulados. Y más recientemente, en el gobierno Duque, el Mindefensa Guillermo Botero renunció antes de la votación en Senado. 

Este breve resumen demuestra que al contrario de lo que algunos señalan, la moción de censura sí es un mecanismo útil de control político a los gobiernos y sus ministros. En esta ocasión será también de control social a los propios congresistas que deberán sopesar muy bien su voto el próximo 13 de septiembre, porque hoy existe una ciudadanía más vigilante y exigente que hace décadas. Será muy costoso para quienes pretendan absolver a la Mintics contra toda evidencia. Casi una inmolación colectiva de los congresistas. No creo que lleguen a la votación del 13 y si lo hacen, la prueba en el Senado será aún más dura. La salida de la Abudinem es entonces solo cuestión de tiempo. Pasará a la historia como una más de las Ministras que se cae por cuenta de una figura que no es tan inútil como algunos predican. 
 

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