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La publicidad abusiva

No se entiende dónde están las autoridades  que se encargan del control  al consumidor.

Los diferentes medios de comunicación y por supuesto, las redes sociales, se prestan para la divulgación de métodos, productos y tratamientos que no solo  alargan el ciclo de vida sino que prometen que el diario trasegar por este mundo sea más amable y placentero.

El profesional médico debe cumplir con unos requisitos de ley para poder acceder al ejercicio de su profesión; muchas veces con alto sacrificio de orden físico como las largas jornadas de guardia acomodado en cualquier rincón de un servicio de urgencias, sin remuneración alguna porque hasta ahora está  en entrenamiento. O las presiones del orden mental porque está obligado a no equivocarse; una falla en el diagnóstico o en el tratamiento puede significar un desastre con la muerte de su cliente (sí, la ley 100 así califica a los antiguos pacientes….).

Al querer ejercer lo aprendido en la academia, aparecen los respectivos requisitos para quedar autorizado en el difícil arte de sanar. Las autoridades de salud muchas veces se ensañan con el imberbe profesional acosándolo con normas y reglas que, aunque necesarias, le llenan el camino de piedras y obstáculos con exigencias muchas de las veces inútiles e innecesarias. 

En cambio asistimos al deplorable espectáculo de anuncios promeseros en los medios de comunicación que pareciera no tienen ningún control; es fácil en nuestro medio, publicitar y ofrecer con descaro lo que ha requerido años de investigación pero haciéndolo de manera abusiva y descarada; es fácil contratar y exponer al ingenuo televidente, radioescucha o a través de las inefables redes sociales a toda una serie de panaceas y abusivas promesas de vida eterna.

Es muy deplorable ofrecer sin recato alguno, productos que detienen el envejecimiento o las naturales arrugas de la piel con solo aplicar dos o tres veces; el mismo que hace que el proceso de cicatrización se cumpla aceleradamente en un dos por tres. Es increíble que se atrevan a prometer una crema o pomada que contiene células “madre”; se ve que no conocen ni tienen el más mínimo acercamiento al  complicado proceso para conseguir y mantener estas fabulosas estructuras  que bien manejadas y utilizadas pueden ser un futuro para muchas dolencias y para reemplazar órganos o funciones malogradas. 

Es muy grande el mercado de los  preparados alimenticios que pretenden reemplazar los productos naturales; más grave aún si lo pretenden hacer con la alimentación de los niños con supervitaminas y supuestos estimulantes del sistema inmunitario. 

Nuestros mercados afortunadamente  todavía tienen con suficiencia los productos que traen los esforzados campesinos y que contienen los insumos suficientes que necesita un organismo para estar sano. 

No se entiende dónde están las autoridades  que se encargan del control  al consumidor o las sanitarias que, a sabiendas de lo que está ocurriendo, brillan por su ausencia.

La noble ciencia de la medicina está pasando a un segundo plano y seguirá moribunda desde que La ley 100 le propinara una certera estocada con el aniquilamiento del criterio médico y pasara a ser un simple y descarado negocio para beneficio de empresarios insensibles que solo piensan en llenar  sus desfondados bolsillos mientras la justicia ya no cojea sino que duerme plácidamente con la anuencia de gobiernos cómplices y alcabaleros. 

Martes, 20 de Octubre de 2020
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