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La responsabilidad de gobernar
Esas ligerezas están condimentadas por prejuicios y por el odio que ciega a los áulicos de quienes son los patrones dominantes.
Domingo, 4 de Julio de 2021

Se volvió recurso común entre quienes gobiernan responsabilizar de sus desatinos y fracasos a los contrarios, quienes no tienen participación en sus decisiones y más bien, critican las malas políticas aplicadas por la administración. También se aferran al retrovisor para culpar de los problemas generados por la mala gestión oficial a servidores que tuvieron mando.

Así mismo predomina en algunos la proclividad a estigmatizar a los opositores. Todo lo descalifican desde un enfoque dogmático del pensamiento que no se acomoda a sus convicciones, sin hacer el esfuerzo de debatir con apoyo en el ejercicio de la razón.

Esas ligerezas están condimentadas por prejuicios y por el odio que ciega a los áulicos de quienes son los patrones dominantes.

Es una ligereza de mayúsculo desatino culpar a quienes no tienen responsabilidades de gobierno de los problemas que afectan al país. La corrupción es la complicidad y la tolerancia de quienes están en el manejo del poder. Son ellos los que deciden y crean las condiciones para que quienes incurren en conductas ilegales que puedan salir impunes de sus actos y beneficiarse de las trampas que utilizan. Es una práctica corriente medida con intención perversa.

Las estafas con los contratos de la alimentación escolar, los dolosos carruseles en la justicia, los negociados en las propias Fuerzas Militares y en la Policía, los crímenes contra los defensores de derechos humanos, líderes sociales o ciudadanos comprometidos con las causas populares no pueden imputárseles a los que no tienen cargos de gobierno. Por eso a quienes se les debe enjuiciar es a los que tienen mando.

¿A quién le corresponde promover la paz y no subordinarse a la violencia? La protección de la vida es una función de gobierno, y principalmente corresponde al Estado sostener la seguridad de los ciudadanos sin que para ello los deba agredir.

Si el gobierno obrara con espíritu democrático la solución de los problemas de la nación no se convertirían en un proceso de incertidumbre.

Entonces es necesario salirle al paso a los predicadores de engaños cuando pretenden hacer creer que los problemas provienen de la oposición y no del modelo de desigualdad en que está sumida la nación.

No son los que no han gobernado los causantes de los males que pesan sobre Colombia. Sus propuestas no tienen cabida en una sociedad clasista que se nutre de la pobreza crónica de los colombianos.

Con la demostración de su incapacidad para buscarle salidas al país, el gobierno perdió autoridad y a ello debe seguir un relevo que haga posible la construcción de una nación donde se garanticen los derechos democráticos y la vida en toda su integridad.

Puntada

Pretender deslegitimar la protesta social es enredar más la compleja situación de Colombia.

ciceronflorezm@gmail.com
cflorez@lopinion.com.co

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