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Lo que la pandemia desnudó

Lo primero que se ha visto es la crisis del centralismo.

Eventos catastróficos desnudan debilidades que normalmente pasan desapercibidos, o que se pueden ocultar con cierta dosis de propaganda y “estudios técnicos”. Eso ha hecho con nuestra institucionalidad la pandemia de la COVID- 19 (SARS 2).

Lo primero que se ha visto es la crisis del centralismo, que actuando de manera prepotente sobre los entes territoriales ha tomado decisión tras decisión controversial. En cualquier guerra, el comandante general opta por dejarse asesorar sólo por sus generales, o busca también la de sus coroneles y otros oficiales que realmente estén luchando en el frente de batalla. En nuestro caso, los coroneles y otros oficiales serían los gobernadores y alcaldes, y los generales, la burocracia cortesana que no conoce las regiones.

El presidente Duque ha preferido a sus generales, o estos no lo han dejado mover; no importa si es por acción u omisión, lo que se destapa es la necesidad de desarrollar la descentralización que es el eje de la constitución del 91, pero que los gobiernos no han querido dar desarrollo a la ley de ordenamiento territorial, y antes por el contrario, como se vio en el gobierno Santos, se ha buscado es la recentralización, hasta llegar a lo que los gringos tanto temen, la presidencia imperial. 

En segundo lugar, las famosas estadísticas colombianas van a mostrar toda la carga engañosa que tienen. Sin el velo de las teorías econométricas, lo que estamos viendo es que gran parte del país vive al día y que la informalidad habita en todos los estratos y por eso la gente ha salido a la calle a buscarse el diario, sin importar ni las restricciones, ni el miedo al contagio. Entre enfermarse y pasar hambre, algunos prefieren arriesgarse a enfermarse.

A diferencia de lo que antes de la pandemia dijo el ministro de hacienda Carrasquilla, que el país no es tan pobre como muchos creen, en realidad si lo es, es bien pobre. Y por esas mismas mentiras, y por el afán de no “afectar” la economía, el presidente tomó una medida “porosa” (como dijo la alcaldesa de Bogotá) al decreto de cuarentena, sin saber cómo iba a enfrentar el hambre de la población.

Ya es hora de contar con un ente que no dependa del gobierno de turno, que lleve estadísticas reales; entre otras cosas, países como el nuestro nunca sabrán cuantos infectados por el Covid 19 tiene, sólo los que pueden ser procesados con los instrumentos disponibles. Eso sucede en gran parte porque nuestro presidente imperial concentra en él la jefatura de estado y la jefatura de gobierno, lo cual se evitaría en un modelo parlamentario donde los partidos realmente sean propuestas de gobierno y no microempresarios empresariales de la politiquería con “intereses diversos”. Ese es un tema de país importante y haría más fácil delimitar las funciones del jefe de gobierno.

En tercer lugar, lo que se observa es que el gobierno nacional es muy bueno para dirigir, asesorar, orientar, estudiar, y más verbos en infinitivo, pero el que le cuesta más trabajo es el de ejecutar. Migración Colombia hizo totalmente permeables las fronteras, e incluso el principal aeropuerto del país, Eldorado, obtuvo muchas críticas por el manejo de la crisis. El gobierno nacional ha mostrado que sabe cómo ordenar hacer, lo que no sabe es hacer. 

Y el sistema carcelario, reflejo del sistema judicial del país, mostró su terrible manejo, al no resistir ni siquiera el principio de la crisis. Mucho se ha hablado de los problemas de la justicia, y estos quedaron al desnudo por la pandemia. La reforma del sector judicial, su reorientación, su redefinición se hace imperativa.

Y seguirá el examen al sector educativo, al sector salud, entre otros. La pandemia desnudó la debilidad institucional del país, pero es muy probable que se quiera seguir así una vez se supere la emergencia y el país salga bastante más débil. Por la presión que los entes territoriales y sus gentes hagan se podría encontrar un nuevo camino. Veremos que nos va a dejar la pandemia, pero seguro entre las victimas estará desnudar la débil institucionalidad nacional que la COVID-19 desnudó.

Domingo, 29 de Marzo de 2020
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