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Monólogo de la vacuna
Pese a la mala prensa que algunos enemigos me han hecho, yo he salvado montones de vidas.
Jueves, 10 de Junio de 2021

Yo soy la que soy, y si no fuera por mí, nadie sería lo que es.

Quiero decir que en este momento, la salud de todos ustedes sólo depende de mí. Claro está, después de Dios y María Santísima, como decían las viejitas. Dios, porque es el mandamás, el que dispone, el que sabe cómo hace las cosas. Y María Santísima porque es la mamá de Dios, y cualquier cosa que le pida a su Hijo, Él se la concede. ¿Recuerdan el caso de un matrimonio en un pueblo llamado Caná a donde habían sido invitados José, María y el joven Jesús?

“Se acabó el vino en la fiesta -le dijo María a su Hijo divino-¿Por qué no te fajas uno de esos milagritos que te la pasas ensayando en la casa?”. Y el Hijo, que ya estaba medio prendido, le hizo caso. “Vamos a ver, si me sale”, le contestó. Y le salió. Pimpinas de agua convertidas en vino.  Y la rumba siguió.

 Lo que significa que todo lo que ustedes pidan por intercesión de María, si lo hacen con fe, les será concedido. Y en este caso, la pandemia de ahora, trabajamos en llave Dios, su mamita y el beato Gregorio, por una parte, en la mente y el corazón, y yo por la otra, en el brazo.

Pues resulta que por culpa de un murciélago chino (Si aún no han comprado el libro “Y todo por un murciélago”, consíganlo, porque está que se agota), la humanidad se contagió, el virus hijuemadre se regó por todo el mundo y el signo de la calavera se extendió sin tener en cuenta fronteras ni mares ni distancias.

Y fue entonces cuando los científicos y los comerciantes pensaron en la vacuna, que soy yo, ni más ni menos. Y desde ese momento todos los ojos voltearon hacia mí, en son de súplica, con el credo en la boca y la camándula en la mano.

Y les juro por ésta, que he hecho todo lo posible por sacar a la humanidad de esa horrible noche, como lo predijo don Rafa Núñez, el presidente cartagenero que le dio a Colombia la mejor constitución de todos los tiempos y el Himno nacional, que cantan en los estadios y que antes cantaban en los colegios.

Pese a la mala prensa que algunos enemigos me han hecho, yo he salvado montones de vidas. Como de todo hay en la viña del Señor, algunos me han hecho la guerra: Que la vacuna es un chip para hacerles seguimiento a los maridos que se les pierden a la mujeres, o al revés. Que yo me meto en la sangre y desde allí emito señales de dónde está el perdido: nombre del motel, con quién y tal y pascual.

Otros dicen que los vacunados van tomando cara de caballo o de elefante con moco o de sapo. Con esa propaganda son muchos los que han dudado de hacerse vacunar. Allá ellos. De por sí, muchos tienen cara de caballo sin yo intervenir, y los sapos abundan sin necesidad de vacuna.

Los del paro dicen que la vacuna es un arma de Duque para conocer a los revoltosos y cogerlos con la mano en la masa, es decir, con la mano en la piedra.

Lo único cierto es que si no fuera por mí, ya habría medio mundo menos. Denle gracias al cielo y a los laboratorios que  a las carreras me crean y me distribuyen y yo hago el milagrito de que la gente viva más, en este valle de lágrimas. ¡Porque sabrosa que es la vida! 

gusgomar@hotmail.com 

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