Es mucha la tinta que ha corrido en la defensa vehemente del páramo de Santurbán - el ecosistema que comparten los dos Santanderes, en el oriente colombiano - por parte de ciudadanos que le exigen al gobierno nacional la delimitación del mismo y la preservación de esta fuente hídrica.
Tradicionalmente nos hemos acostumbrado a escuchar sobre la existencia de una Constitución política e ignoramos que en sus entrañas subyace una Constitución ecológica, y esta última entrega a gobernantes y gobernados, según sea el caso, las herramientas jurídicas necesarias para impedir la tala indiscriminada de bosques y la destrucción de nacimientos hídricos, entre otras acciones vandálicas.
Desarrollo de dichos preceptos son entidades como el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, que hay que vigilar para que sus políticas, en todos los tiempos y casos, no respondan a intereses económicos de unos pocos ni de multinacionales, sino que se sintonicen con la preservación del medio ambiente.
Además, las Corporaciones Autónomas Regionales que tienen como prioridad entre los recursos naturales renovables, el uso racional y eficiente del agua, para la sostenibilidad ambiental de las futuras generaciones. Sí, de las futuras generaciones. Menos podría, entonces, aceptar la comunidad la explotación industrial de minerales o metales, cuyo procedimiento de extracción, adobado previamente con promesas de delicadeza en su obtención, destruirían fuentes de vida en forma irreparable.
La delimitación del Páramo de Santurbán es un punto esencial y tengo entendido que el Ministerio de Ambiente ya lo hizo en 2014, pero sin la participación de los habitantes del páramo y su entorno, por lo que la resolución fue objeto de tutela y la Corte Constitucional ordenó la expedición de una nueva resolución con la delimitación de Santurbán, porque las comunidades fueron ignoradas, y hasta hoy ha sido imposible hacerlo. No obstante que la jurisdicción administrativa ha otorgado plazos para que ello ocurra ha sido imposible. Prórroga tras prórroga.
Un senador del oriente colombiano decía que era necesario tener claridad de quién se va apersonar de los daños que se produzcan al terminar la operación, quién va a asumir la responsabilidad de los pasivos ambientales que queden. No. Lo único que debemos tener claro es que en Santurbán no debe permitirse la explotación minera industrial o megaminería. En fin, no hay que bajar la guardia en la defensa del páramo de Santurbán.
