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¿Por qué las cebras no tienen úlcera?

A diferencia de los seres humanos, este animal no puede crear representaciones mentales del mundo exterior, es decir “no se puede imaginar las cosas”.

Este título tan sugestivo da nombre a uno de los libros de Robert Sapolsky, investigador norteamericano que se ha dedicado al estudio de los efectos del estrés sobre la salud humana. Podemos relacionarlo con el hecho de que cuando una cebra se encuentra en la selva tomando agua de algún pozo, sus sistemas de defensa se encuentran en reposo, hasta que logra percibir a los lejos la presencia de una leona que se acerca sigilosamente. La cebra entonces activará sus procesos de alarma, pero mientras el peligro no sea inminente seguirá dedicada a lo suyo. No será hasta cuando la leona se abalanza sobre ella que emprenderá la huida velozmente poniendo todos sus recursos neuroendocrinos en marcha. Si todo sale bien, y la cebra todavía es joven y fuerte, la leona atrapará una presa más débil, que terminará siendo su cena. Es probable que la cebra de nuestra historia haya podido ser testigo de todo el sangriento espectáculo y aprecie ahora como las leonas devoran a su compañera. Así que, si el peligro parece haber pasado, volverá a su faena de tomar agua del pozo y sus defensas se relajaran nuevamente.

A diferencia de los seres humanos, este animal no puede crear representaciones mentales del mundo exterior, es decir “no se puede imaginar las cosas”, por lo tanto, la cebra no quedará pensando: ¿y si hubiera sido yo?, ¿qué pasaría con mis hijos?, en la próxima arremetida sí me atrapan a mí, etc., así que sus hormonas y neurotransmisores descansarán nuevamente para activarse otra vez, solo de ser necesario en preservar su vida.

Para nosotros la situación es diferente, contamos con una corteza cerebral que nos ayuda a representar eventos fantásticos y a proyectarnos al futuro, y al pasado. Esta es una de las razones por las cuales nos enfermamos de unas alteraciones conocidas como “psicosomáticas”, es decir, manifestaciones físicas debidas a sufrimientos psicológicos.  Ya es bien sabido que la mayoría sufrimos más por lo que nos imaginamos que puede pasar en la vida, que por lo que realmente pasa. Aun así, el estrés es necesario al prepararnos para la lucha o la huida, sin embargo, un estrés sostenido en el tiempo se hace crónico y termina relacionándose con enfermedades también crónicas, como hipertensión, migrañas, gastritis, colitis, entre otras y, empeora las que ya se tienen como diabetes, asma, alergias, por tan solo nombrar algunas.

Existen individuos con una estructura de pensamiento orientada a la tragedia, que viven preocupándose constantemente por eventos que no han sucedido, y que se proyectan a finales negros y dolorosos. Está bien ser precavido, pero hay quienes viven en una constante preocupación por eventos difíciles de controlar. Recuerdo a una madre sufriendo cada vez que su hija se enamoraba, pues tenía dudas de que el pretendiente fuera el indicado, así que se dedicaba a una constante búsqueda de evidencias que le confirmaran sus sospechas, mientras sufría por ello día tras día.

El cerebro y la mente funcionan cada uno por su lado. La mente sabe cuándo tenemos una fantasía, pero el cerebro reaccionará igual ante un evento real o imaginario. Biológicamente se van a liberar las mismas sustancias químicas en cualquiera de las dos situaciones, causando daño cuando es sostenido y no es necesario. Es imprescindible aprender a modificar esta forma de ver la vida, después de todo los pensamientos son voluntarios, entonces para qué pensar en negativo cuando se puede escoger hacerlo de manera positiva o por lo menos realista, esa es la conducta saludable, que nos mantendrá alejados de muchas dolencias del siglo XXI.

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Viernes, 2 de Julio de 2021
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