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Por un pelito
Así las cosas nos quedamos por fuera del Mundial de fútbol.
Jueves, 31 de Marzo de 2022

Nos quedamos por fuera del mundial de Catar por un pelito. Es decir, por una cosa mínima, por algo tan sencillo como un gol.  Bueno, estoy exagerando. En asuntos de goles no se puede hablar de un pelito, de un casisito, de un poquitico más y lo logramos. A ver si me hago entender: Necesitábamos ganarle a Venezuela, y le ganamos. Por un pelito nos empatan, pero al final ganamos. Necesitábamos que Perú perdiera o empatara, y ni perdió ni empató, sino que ganó. Otro pelito más, y a estas horas estaríamos celebrando que nuestra Selección de fútbol iría al repechaje. Pero en eso de pelos no hay nada escrito. Cualquier cosa puede suceder.

Viéndolo bien, nuestras cuentas futbolísticas eran  alegres. Porque de haberse dado ese resultado (que Colombia ganara y Perú perdiera o empatara), no es que entrábamos derechito al Mundial, sino apenas entrábamos a disputar una casilla, la del repechaje.

Así las cosas nos quedamos por fuera del Mundial de fútbol, no por un pelito sino por una peluca. Porque jugamos mal en las eliminatorias. Porque nos golearon. Porque en nuestras filas hubo abstinencia de gol durante muchas temporadas.  Porque jugábamos con el viento en contra, o porque el árbitro se confabulaba con el contrario para que perdiéramos, o por…   cualquier pretexto es bueno para justificar las derrotas. La verdad es que nunca encontramos el camino del gol. Y eso ya no es un pelito.

“Un pelito” es un término que se aplica en muchas situaciones de la vida. Por un pelito se salva alguien que llega tarde al aeropuerto y el avión lo deja, y en ese viaje el avión se estrella.  “Me hizo falta un pelito”, se queja el político al que le faltaron tres votos para alcanzar la curul, en tanto que el adversario sale electo también por un pelito.

-¿De quién ese pelo que trae en la camisa?- le pregunta la mujer al marido, al hacerle la revisión diaria.

-¿Pelito, cuál pelito? –responde el esposo con voz tembleque.

-Éste, mire, éste –le dice mostrándoselo frente a los ojos.

-Pues será suyo. Usted es la única mujer que se me arrima.

-¿Ah, sí? ¿No ve que es un pelo negro y yo soy mona?

Cuentan que hay otras mujeres tan celosas que, al revisar la camisa del marido y no encontrarle ningún pelo,  le preguntan airada “¿Y es que ahora anda con una calva?”

Y hay hasta pelitos milagrosos. ¿Recuerdan ustedes que cuando empezó la pandemia, se habló de un pelo que servía para evitar el contagio de la covid? El cuento es que a una señora se le apareció en sueños un ángel que le dijo “Id a la Biblia y allí encontraréis la sanación”. ¡Claro! El ángel quiso decirle que había que acudir a la biblia para sanarnos espiritualmente. Pero como el mundo estaba sicosiado con el coronavirus y en busca de curaciones, la señora creyó que el cielo le había enviado una señal de sanación corporal contra la pandemia. Así que, al despertar, fue a la biblia y lo que encontró fue un pelo. Lo hirvió y tomó y lo dio a beber  a su familia y amistades. El cuento se regó por la redes sociales. Y mucha gente corrió a los libros sagrados en busca del pelo milagroso para tomarlo con  gotas de limón, jengibre y yerbabuena. Más fácil y hasta más placentero tomar agua de pelo, que aplicarse una vacuna.  

Volviendo al fútbol, la enseñanza es que no debemos esperar a clasificar por un pelito. Hay que entrar a ganar con pelos o sin pelos.      

gusgomar@hotmail.com

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