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Recta final y aventuras políticas

¿Es fácil conquistar de esa manera una curul en corporaciones públicas? 

Estamos en la recta final del 2020 y empiezan a manifestarse futuras aspiraciones políticas. Se hacen cuentas sobre cuándo hay que renunciar para no inhabilitarse, si se hacen coaliciones políticas o prefieren el mote de “Llanero solitario”, cómo sacarse el clavo de anteriores deslealtades, elaboración de programas de gobierno para arreglar el país, a pesar de que en 1909 el señor Laureano Gómez había dicho que “Colombia es un país ingobernable por excelencia”, y lo padeció en carne propia cuando llegó a la jefatura del Estado porque los mandos medios, entre otros, no lo dejaron gobernar. Hasta que un copartidario suyo y paisano mío -El abogado javeriano Lucio Pabón Núñez- le dijo que se hiciera a un lado. Ese paisano díscolo en el instante escribió el discurso del nuevo presidente con charreteras. Fue el 13 de junio de 1953, día en que Colombia tuvo tres presidentes de la República: Roberto Urdaneta Arbeláez, Laureano Gómez Castro y Gustavo Rojas Pinilla.  

A propósito de aventuras políticas en solitario, ¿es fácil conquistar de esa manera una curul en corporaciones públicas? Me imagino que casos se habrán visto. Pero quiero mencionar dos que fueron célebres en otras latitudes: 

Cuenta el doctor José Consuegra Higgins, en su libro El pensamiento económico colombiano, en un acápite titulado Escarceos en política, el caso de Néstor Carlos Consuegra, un joven político barranquillero que deseaba ingresar a los cuadros gaitanistas con opción de aspirar a corporaciones públicas y, por ello, como Jorge Eliécer Gaitán -por el Partido Liberal- estaba de visita en Barranquilla, se reunieron con él en su habitación del Hotel El Prado. Néstor Carlos iba con un amigo que quería presentarle al jefe. Gaitán aceptó a Néstor Carlos e ignoró al amigo. Como esto no fue de su agrado Néstor Carlos tomó a su compañero de la mano y se fueron solitarios a recorrer los barrios de Barranquilla, a visitar casa por casa y, además, en correría por los pueblos del Atlántico. Eran las elecciones legislativas de 1945, las últimas de la llamada República Liberal, y Néstor Carlos Consuegra obtuvo en solitario un escaño como Representante a la Cámara. Fue un hombre pobre, y después de tener todos los honores regionales y nacionales se retiró de la política y se puso a vender arroz en la calle de Las Vacas -La 30-, orgulloso de su gesto insurgente. 
 
Otro caso célebre, y lo relata el arquitecto Ignacio Consuegra Bolívar en su libro El Paseo de Bolívar. Espacio vital de Barranquilla, es el de los expresidentes venezolanos Rómulo Betancur Bello y Raúl Leoni Otero, quienes al llegar la dictadura de Marcos Pérez Jiménez -1953 a 1958- fueron exiliados, llegaron a Barranquilla y no tuvieron más remedio para subsistir que vender libros, revistas y frutas en las aceras del Paseo Bolívar, por los lados del Café Roma, tan famoso en las biografías de Gabriel García Márquez. En esta ciudad firmaron la “Carta de Barranquilla”, que dio vida al partido político Acción Democrática, y, de la nada, se hicieron superiores a las adversidades y fueron presidentes de Venezuela en 1959 y 1964, respectivamente.  

Martes, 24 de Noviembre de 2020
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