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Relaciones exteriores ideologizadas

Frecuentemente nubladas por la ideología.

Si la política de seguridad del actual gobierno ha sido un fracaso, que se vislumbraba desde el comienzo por haber estimado con desdén lo que significaba terminar el conflicto armado con las otrora Farc, la política exterior ha sido equívocamente guiada por la ideologización, especialmente hacia los países con los que hay conflictos latentes o vigentes. Y esto ha sido así porque Duque y sus ministerios de Relaciones Exteriores y Defensa han permitido que las ideologías nublen la debida visión de Estado y la conveniencia nacional.

Es que, desde cualquier gobierno democrático en un estado de derecho, el manejo de las relaciones exteriores se constituye en un arte en el que se combinan las “razones ciudadanas” con las “razones de estado”, sin permitir que la prevalencia de unas sobre las otras sacrifique la conveniencia del Estado Nacional como un todo. Y es precisamente la ideologización la que obstaculiza que sea así.

Sin embargo, desde el comienzo de su gobierno, Duque mostró que son las “razones ciudadanas”, frecuentemente nubladas por la ideología, las que prevalecen en su visión para cumplir con su deber constitucional de manejar las relaciones exteriores. No es sino recordar aquel febrero de 2019 cuando se realizó el “concierto humanitario”- evento propio de la sociedad civil- cuando el presidente Duque acompañado por la vicepresidenta Ramírez, el secretario general de la OEA, el presidente Piñera y el presidente interino Juan Guaidó, declaró “solemnemente” que Maduro tenía sus horas contadas. Es decir, no disimuló el apoyo a Guaidó en su propósito de derrocar a Maduro en momentos en que este perdía su legitimidad, mas no su legalidad así esta fuera considerada arbitraria. De esta manera consolidó la ruptura de las relaciones diplomáticas con la República Bolivariana de Venezuela, dando pie para el escalamiento del conflicto.

En fin, de dicha declaración- por demás innecesaria- en adelante, el presidente Duque- aupado de tiempo atrás por su partido- enfrascó al país en una especie de “guerra fría tropical”, facilitando de paso la apertura ampliada del “santuario” para la guerrilla del Eln y las disidencias de las Farc, con las consecuencias que hemos estado observando para la seguridad de la gente que vive en las regiones fronterizas colombo-venezolanas.

Más aún, por pensar principalmente en las “razones ciudadanas” Duque declaró esa “guerra fría tropical” sin previamente haber concebido una estrategia propia, como corresponde a un Estado digno, sino quedando supeditado a la estrategia de los EE. UU., en momentos en que estos eran gobernados por un presidente afín tanto por su ideología como por su torpeza diplomática. Y en la medida en que pasó el tiempo, el régimen de Maduro mostró que lo que más cuenta en sus actuaciones son las “razones de estado” de donde provienen las notas distintivas que se conocen de su estrategia, como el estrechamiento de relaciones con Rusia, China e Irán.

Lo cierto es que hoy el gobierno de Maduro, probablemente con asesoría de sus aliados, está instrumentalizando la situación con Colombia en beneficio de su gobierno y de los intereses de sus aliados claramente divergentes con los de los EE. UU. Y al mismo tiempo el Estado Colombiano se está viendo impedido para evitar que la “guerra fría tropical” quede inmersa dentro de la “guerra fría” que se está reviviendo y calentando en la frontera de Rusia con Ucrania y otros países de la antigua Unión Soviética. Pueda ser que, con la reciente designación como embajador en Rusia de Héctor Arenas Neira- uno de los diplomáticos de más larga carrera en el Ministerio de Relaciones Exteriores- las relaciones con Rusia retomen la senda que más conviene a nuestros intereses nacionales, evitando las nubes de la ideologización.

Sábado, 19 de Febrero de 2022
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