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Terremoto en Chile

Sin más rodeos, los chilenos eligieron a un criminal.

El 19 de diciembre de 2021 el pueblo chileno le dio la victoria al candidato presidencial de ascendencia croata Gabriel Boric, de 35 años, vocero de la extrema izquierda. Derrotaba en segunda vuelta al candidato conservador José Antonio Kast, del Partido Republicano.

No se puede negar que ese triunfo es desconcertante.

Primero, hay que recordar que el mismo Boric había declarado públicamente que no estaba preparado para un destino tan alto como la Presidencia de la República. Al igual, también había reconocido que tenía problemas siquiátricos, con varios ingresos a centros especializados. Y a pesar de ello, el pueblo lo escogió, menospreciando la capacidad, seriedad, experiencia y ponderación de Kast.

En segundo término, sorprende que frente a Kast, que defiende la democracia y la paz,  los chilenos hayan escogido a Boric, quien atizó y justificó el vandalismo de 2019.

Desde el 18 de octubre y por varias semanas se ejerció la más despiadada violencia contra los bienes públicos y privados, el incendio y destrucción de templos católicos, el ataque y destrozo de los excelentes servicios de transporte, y de bancos y comercios. Violencia tal que parece que pretendía acabar con Santiago. En los mismos días, al frente de las turbas enardecidas, se dirigió a los miembros de las Fuerzas Armadas que trataban de poner orden y los humilló e insultó. Y pidiendo indultar a los presos por terrorismo –los llamados presos políticos – los visitó en la cárcel.

Sin más rodeos, los chilenos eligieron a un criminal.

Como es sabido, los radicales que usaron tales métodos lograron arrodillar al presidente de derechas, Sebastián Piñera, para que convocara una Asamblea Constituyente. Paradójicamente, los gobiernos tildados de conservadores son los que le abren la puerta al comunismo. La Asamblea Constituyente elaborará una constitución a la medida de las ideologías de extrema que eligieron a Boric.

Hoy ya no es solo un decir que Chile tiembla todos los días. Eso nada más es el aspecto telúrico. Tiemblan, ahora, el sistema democrático, el crecimiento y la seguridad económicos, la justicia, la paz, la separación de poderes y los derechos de quienes no son afectos al nuevo mandatario. Tiemblan, además, los empresarios, los Fondos de Pensiones, los bancos, y la Iglesia católica. Parece que todo se derrumbará, y que Chile tomará el camino calamitoso y de desdichas de Venezuela, Cuba y Nicaragua.

¡Qué dolor por la culta y progresista Chile! ¡Chile, la del puesto 44 en la economía mundial y la primera economía de América Latina!

Quiera Dios que el 11 de marzo de 2026 el presidente Boric no entregue un país desgarrado, en trozos, con su gente arruinada, oprimida y desesperanzada.  Pero también quiera Dios que entregue, porque mandatarios de este corte no son muy dados a abandonar fácilmente el poder.

Lunes, 17 de Enero de 2022
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