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Un monstruo inatajable
No hay edición de un diario en donde no se traiga a cuento un nuevo hecho de desfalco a una entidad estatal.
Viernes, 16 de Septiembre de 2016

A veces en la televisión solemos encontrarnos con series en donde la fantasía  crea monstruos de la mas extraña y abominable apariencia, que producen toda clase de destrucciones y que ninguna fuerza es capaz de detenerlos, así se usen las armas más sofisticadas y certeras que uno pueda imaginar.

Traigo a cuento este comentario, para expresar una comparación con lo que pasa actualmente con el fenómeno de la corrupción en Colombia. La noticia que nos da la Contraloría General de la Nación, en donde nos informa que las condenas por malos manejos en el país ya supera los 14 billones de pesos, realmente nos señala que el fenómeno de la corrupción es un monstruo de mil cabezas, que se ha vuelto, como aquellos de la televisión: imbatible.

No hay edición de un diario, ni emisión de un noticiero, en donde no se traiga a cuento un nuevo hecho de desfalco a una entidad estatal, con las catastróficas consecuencias, no solo para el erario, sino para los ciudadanos que automáticamente quedan defraudados, y yo diría que estafados, pues son ellos los que tienen que trabajar arduamente para pagar los impuestos que van a nutrir las arcas del Estado.

El mismo informe nos dice que hay casi 3.000 personas señaladas de estas defraudaciones, pero que no se puede hacer nada, porque ellos se han cuidado de no colocar bienes a su nombre y por lo tanto no hay como perseguir activos para responder por los delitos causados.

Esta situación nos señala graves fallas en varias instancias: En primer lugar, los sistemas de contratación son en su mayoría amañados y no responden a procesos claros y transparentes, fáciles de supervisar. En segundo lugar, los mecanismos de control son demasiado lentos y no disponen de herramientas rápidas y efectivas para detectar las fallas en los procesos. 

En cuarto lugar, la justicia ordinaria es aún mas lenta y cualquier juicio en estas instancias demora tanto, que al final las pruebas desaparecen y los bienes sustraídos terminan en testaferros, en donde es imposible perseguirlos en una acción de recuperación. Y en quinto lugar, la vigilancia ciudadana no se facilita como debe ser, lo que hace que la contratación camine a sus anchas, utilizando toda clase de instrumentos perversos en los subfondos de la administración pública.

En esos frentes es en lo que al país le urgen reformas drásticas, pues no es posible continuar apreciando este clima de corrupción, en medio de la más absoluta iniquidad y desverguenza.

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