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Una crisis urbana

Nos preguntamos entonces ¿qué va a pasar con las ciudades? ¿Seguirán apostándole al mismo modelo?

La pandemia global de la COVID-19 es ante todo una crisis urbana. Recluidos en nuestros hogares observamos una ciudad que no imaginamos: sin ruido, congestión, donde los días se confunden unos con otros y el confinamiento nos aboca a teletrabajar, dormir y encargarnos de los quehaceres domésticos mientras contamos los días para dejar de pasar así estos tiempos y poderlo pasar con las familias y amigos, de quienes nos distanciamos física más no socialmente. Las ciudades están en el centro del debate: Hasta la saciedad se repite que es donde se concentran cerca de las 3 cuartas partes de la población mundial y son un símbolo inequívoco de la globalización: espacios de aglomeración y conexión donde vivimos hiperconectados, y que por una parte permiten la concentración de múltiples actividades económicas, productivas, sociales y culturales. Y por otra, es precisamente esto lo que ha facilitado la expansión y propagación de contagios y diversos problemas de salud pública. Existe una relación directamente proporcional entre la complejidad de las ciudades, su número de habitantes y el número de contagios por el actual virus.

 Nos preguntamos entonces ¿qué va a pasar con las ciudades? ¿Seguirán apostándole al mismo modelo? ¿Seguirán teniendo el mismo rol de proveer servicios y consolidarse como nodos de producción y oportunidades? ¿seguirán los mismos patrones de crecimiento y morfología?... En últimas, ¿cómo planearlas y ordenarlas en un mundo que sin duda ya no será el mismo, pero que difícilmente dejará de estar conectado, aglomerado y globalizado? Llama la atención el papel que más allá de su dimensión física y construida han tenido las ciudades en los diferentes rincones del planeta. Ante gobiernos de escala nacional negacionistas (o de dudosa inteligencia) como Trump en Estados Unidos o Bolsonaro en Brasil o incluso como es el caso de Colombia, los gobiernos municipales son los que han jugado un rol determinante en gestionar el confinamiento y otras medidas para contener la expansión del virus. Este liderazgo demostrado mas por gobernantes locales es clave para pensar las ciudades post COVID-19 ante el creciente impacto económico y el aumento de las brechas sociales en los sectores más vulnerables de la sociedad. 

Es evidente que el panorama que se avecina para las ciudades se traduce en escenarios complicados de ordenar y planear, o al menos en un cúmulo de incertidumbres frente a los cuales arquitectos y urbanistas y en general todos los ciudadanos estamos llamados a dar cara a los retos por los cuales ya empezamos a transitar. La resiliencia y la gestión del riesgo (y de las incertidumbres) así como el cambio climático son temas centrales en la agenda territorial para un adecuado desarrollo urbano. Volver al modelo de crecimiento sin limite en un planeta de recursos finitos no puede ser la idea central que guie a los gobiernos e induzca a los ciudadanos a votar ciegamente. La prosperidad no se puede medir solo en términos de crecimiento económico sino en la idea de cohesión social, solidaridad y atención a los más vulnerables

Las pandemias y los periodos críticos de la humanidad como las guerras dejan aprendizajes que debemos valorar: el papel de la ciencia, la tecnología y la innovación. Los problemas de salud pública del siglo XIX fueron los que forzaron a repensar la ciudad dado que las enfermedades afectaban por igual a todas las capas sociales y llevaron a derribar las murallas medievales e impusieron la idea de ciudades higiénicas y funcionales. Los aportes científicos fueron claves para aplicarse en el tejido urbano y contrarrestar las epidemias, un ejemplo son las fuentes en las plazas y la implantación de cementerios en las afueras de las ciudades.
   

Buscando consuelo y guía acudo a la memoria y recuerdo a mis padres, biólogos docentes y sus héroes personales: de Einstein a Marie y Pierre Curie hasta Hawking, protagonistas de grandes aportes a la humanidad y que en algunos casos como en el desarrollo de la bomba atómica han reflejado los dilemas éticos de la ciencia en situaciones límite. Los medios dan cuenta de las medidas gubernamentales y los reportes diarios que evidencian el creciente contagio, pero tal vez no se pone el suficiente énfasis en las investigaciones, la educación y el papel del personal médico y todos aquellos involucrados que, desde la soledad de sus laboratorios, el aporte y hallazgo de sus investigaciones y el riesgo al que se exponen nos brindan día a día una luz de esperanza para hacer frente a las convulsiones de este tiempo.
Arquitecto, Esp. Planificación Urbana y Regional, MG GESTIÓN URBANA.
arquitecto.jas@gmail.com
http://tallerciudad08.blogspot.com/
 

Viernes, 1 de Mayo de 2020
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