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Una oposición tóxica

Los sectores opuestos a Gustavo Petro deben contar con la garantía de poder expresar con libertad sus diferencias.

En la democracia tiene plena validez el contrapeso en el ejercicio del poder. Es una fuerza contraria a la que manda. El control político como expresión de las diferencias respecto a la gestión de gobierno y ello está revestido de legitimidad, reconocido como derecho. Pero quienes asumen la responsabilidad de ser contrapeso están obligados a asumirlo de cara al interés público. Porque no se trata de hacer un linchamiento al adversario sino de ser un opositor con pruebas demostrativas de la inconveniencia de los actos oficiales. O sea, obrar con el rigor de la razón, con apego a la certeza.

En Colombia hay sectores opuestos al Presidente electo Gustavo Petro. Esa corriente debe contar con la garantía de poder expresar con plena libertad sus diferencias y de ser activa en el debate. En reciprocidad tendrá que escuchar las respuestas contrarias, sin dejarse ofuscar de los prejuicios y de las narrativas intencionalmente propagadas para generar miedos o bloquear las posibilidades de encontrar acuerdos. El debate de los asuntos nacionales hay que sustraerlo del entramado del dogmatismo que le pone barreras a la razón e impide lucidez para hacer posible la ceguera, que es como dejarse atrapar de un fundamentalismo acérrimo.

Gustavo Petro ha sido en el Senado un crítico constante de los gobiernos por sus políticas equivocadas o por actos de corrupción o conductas violatorias de la ley. Por sus denuncias han terminado sancionados los implicados en delitos probados. En su carrera pública ha asumido la defensa de los derechos sociales, la protección del medio ambiente, la paz, la transparencia en los actos políticos, la convivencia, así como la ampliación de la educación en cuanto a calidad y cobertura. Es un convencido de lo que representa para el desarrollo de la democracia en el país la Constitución de 1991. Dice con claridad lo que piensa y no esconde sus ideas.

Sin embargo, hay opositores de Petro dedicados a tergiversar sus propuestas. Son los que armaron el fantasma del castrochavismo. O los que han mentido respecto a sus programas sobre pensiones, salud, transición energética y perdón. Hablan de expropiación y de impunidad a condenados a pesar de la claridad con que el Presidente electo ha planteado esos temas. Con insistencia en la deformación lo que muestran los malquerientes de Petro es su ceguera, una perversa intención de ultrajar su figura con la inocultable finalidad de detener su ascenso político por lo que representa contra los privilegios que han exprimido a la nación para el enriquecimiento de unos pocos.

Los que se empeñan en mostrar a Petro deformándolo son sus opositores tóxicos. Pretenden cerrarles a los colombianos la posibilidad de corregir el rumbo de la nación. No quieren la paz, se oponen a los derechos sociales y están comprometidos con los negociados de la corrupción. Es un clan nefasto que dice defender la democracia cuando ampara lo que garantice más de lo mismo, como un culto al statu quo, que es violencia, corrupción, narcotráfico y desigualdad rampante.

Puntada

La vicepresidenta electa, Francia Márquez ha dado prueba de su lucidez y recia personalidad frente a las trampas que le han tendido para hacerla quedar mal. Siempre ha salido bien librada de esas celadas.

ciceronflorezm@gmail.com

cflorez@laopinion.com.co

Domingo, 26 de Junio de 2022
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