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Una semana de angustia
La alocución del presidente Santos fue conciliadora y reafirmó su deseo de mejorar lo acordado en La Habana.
Lunes, 10 de Octubre de 2016

El domingo 02 de octubre, en horas de la noche y después de confirmarse que el Gobierno había perdido el plebiscito, el presidente Juan Manuel Santos pronunció unas palabras por radio y televisión donde se presentó como “el presidente de todos los colombianos”, y reafirmó: “de todos los colombianos”, con lo cual dio por terminada la ominosa distinción entre “amigos de la paz” y enemigos de la paz”. Además, como consecuencia del descalabro plebiscitario, anunció que al día siguiente se reuniría con todas las fuerzas políticas para impulsar nuevamente los Acuerdos de paz. 

Esa fue la primera consecuencia del insospechado resultado electoral del domingo. La segunda consecuencia fue la necesidad de entrevistar a los dos contendientes políticos que hoy dominan la política colombiana: Uribe y Santos, la cual ocurrió tres días después, el miércoles 05 de octubre, cuando quizás de manera un tanto folclórica y desde un estudio de televisión, Uribe solicitó, junto con Claudia Gurisatti, una cita con el presidente, y que al salir de ésta, en breve comunicado, con lenguaje prudente, se reafirmó en los “ajustes” que hay que hacerle al Acuerdo con las Farc-Ep.

La alocución del presidente Santos, después de la reunión con Uribe, también fue conciliadora y reafirmó su deseo de mejorar lo acordado en La Habana, porque su deber es buscar caminos de unión y de reconciliación, buscar espacios de diálogo y atender las observaciones de los del No, porque todos los colombianos quieren la paz.

Luego de la citada reunión, desde el Planetario Distrital salió una marcha de jóvenes universitarios hacía la Plaza de Bolívar, donde se confundían los votantes del “No”, del “Sí” y los abstencionistas, y cuando llegaron los del Esmad -Escuadrón Móvil Antidisturbios- los estudiantes se abalanzaron y los abrazaron. 

Notas discordantes al día siguiente del plebiscito fue la de la senadora Claudia López Hernández, quien decía por radio que los del “No” ahora debían nombrar sus delegados e ir a La Habana a negociar con las Farc-Ep, es decir, desconocer al Gobierno; y la canciller, María Ángela Holguín Cuéllar, en un estilo poco diplomático, decía que necesitaba rápido las objeciones para llevarlas a La Habana para ver si las Farc-Ep aceptaban reabrir el diálogo. ¡Quién lo creyera!, Piedad Córdoba, siempre incendiaria, se le escucharon palabras moderadas y dice que Gobierno y Farc deben aceptar los ajustes.   

El premio Nobel de la paz para el presidente Santos -que no fue sorpresivo-, anunciado el pasado viernes 07 de octubre, a las 4:00 de la mañana, y que, junto el de Literatura, son los únicos galardones que podemos ganar los tercermundistas, parece que obnubiló al presidente Santos, porque en sus palabras por televisión se le ocurrió llamar “ignorantes” a los del NO.

El lenguaje de los ministros y algunos senadores oficialistas es beligerante, y en el presidente no veo voluntad de atender las observaciones que ordenó el Constituyente primario el domingo 02 de octubre. Además, nuestra Constitución es rígida, pero modificable; y los Acuerdos de La Habana, que no han surtido ninguna formalidad legal, ahora resultan que son inmodificables.

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