La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile
Columnistas
Vándalos y bloqueos
Que Cali, la tercera ciudad del país, y el Valle sean el epicentro de la violencia no es gratuito.
Lunes, 10 de Mayo de 2021

Diez días después del paro, es posible llegar a unas conclusiones:

El Gobierno está desconectado del sentimiento nacional, adolece de olfato y tacto político y sufre del mal de la soberbia. No entendió que la ciudadanía, apenas saliendo del palazo de la pandemia, iba a rechazar cualquier aumento de impuestos. Tampoco vio que incluso los partidos aliados se iban a negar a asumir el costo político de la propuesta. Y se negó a oír las advertencias y recomendaciones de Álvaro Uribe, su mentor y a quien debe la Presidencia, y del Centro Democrático, que se supone es el partido de gobierno.

La masiva participación ciudadana del 28 de abril fue espontánea. Los bloqueos, el vandalismo y los ataques contra la Policía y la infraestructura son planeados. Detrás de ellos hay bandas delincuenciales y milicias que, al mejor estilo chavista, operan de manera coordinada.

Que Cali, la tercera ciudad del país, y el Valle sean el epicentro de la violencia no es gratuito. Aportan el 10% del PIB nacional. Son estratégicos para el comercio exterior por Buenaventura y el acceso al Pacífico. El dinero del narcotráfico alimenta a los violentos. Indígenas del Cauca pueden desplazarse de manera rápida para apoyar los bloqueos como efectivamente ha ocurrido.

Hoy están bajo sitio y paralizados, y sus habitantes, secuestrados. Hay bloqueos en los accesos y varios puntos dentro la ciudad. Los ciudadanos, de todos los estratos, desconcertados, asustados y predomina entre ellos una sensación de impotencia. Hay desabastecimiento de alimentos, gasolina y de insumos médicos.

La decisión de dar apoyo militar fue correcta. Le permitió a la Policía aliviar la carga, descansar, dejar a los soldados la guarda de instituciones claves. El general Zapateiro, que es un líder, se está jugando su reputación y la confianza ciudadana. Prometió desbloquear la ciudad en 48 horas y han pasado tres días más y tal cosa todavía no ha ocurrido. El tiempo corre en contra. Cada día que pasa el ciudadano ahonda en su desánimo y los comerciantes y empresarios en pérdidas que, en muchos casos, pueden llevarlos a la quiebra. A Cali y el Valle hay que rescatarlos ya. 

Con acciones coordinadas, el Ejército en la retaguardia y en el apoyo y la Policía enfrentando, hay que romper los bloqueos y capturar a los responsables y a quienes cometen actos de vandalismo. Y, de la mano de la Fiscalía, hay que llevarlos a la justicia. El mensaje de no impunidad es vital hacia el futuro.

Ha quedado demostrado que a los convocantes del paro les importan un comino la salud y la pobreza. Aglomeraciones como las del paro en medio del tercer pico de la pandemia son peligrosísimas. Entre dos y tres semanas habrá más enfermos en UCI y más muertos. Y el paro, los bloqueos y los actos de vandalismo y delincuencia solo contribuirán a ahondar la crisis económica, el desempleo y la pobreza.

No hay contradicción: la izquierda le apuesta al desempleo y la pauperización. Entre más desempleados y pobres haya, más terreno fértil tienen para su discurso de resentimiento, de odio, de lucha de clase, y más aceptación tendrán sus líderes populistas.


Pero el vandalismo y el bloqueo han empezado a resentir a las mayorías silenciosas. La inmensa mayoría de los colombianos es pacífica, honesta, trabajadora. Y han empezado a culpar a los organizadores del paro y a Petro, que se presentó como el líder del mismo, de los problemas y padecimientos que están sufriendo por cuenta de bloqueos, vándalos y violentos. Por eso, el cachorro del socialismo del siglo XXI ha empezado a recular. Antes pedía “una marcha de “un millón de personas”, ahora “que en el momento en el que Gobierno decidió retirar la reforma tributaria, el paro debió frenar ahí”.

Temas del Día