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¿Vivienda propia?

Colombia es el país de América Latina que posee la tasa de viviendas arrendadas más alta.

He decidido colocarle un signo de interrogación al título de esta columna, pues me ha sorprendido la estadística publicada por estos días por la Lonja de Propiedad Raíz, en donde se da cuenta de que Colombia es el país de América Latina que posee la tasa de viviendas arrendadas más alta.

Las cifras nos indican que en el estrato 4, el 36.6%  de las viviendas son habitadas por arrendatarios; en el 3, el 46.4%; y en el 2, el 41.8% . También nos dice el informe que en la actualidad de cada 100 viviendas que se construyen, 18 están destinadas para arrendamiento.

Este desfavorable panorama, coloca en muy mal estado el indicador de acceso a la propiedad y refleja una preocupación por la falta de estímulo para que las personas puedan tener medios idóneos para poder realizar el sueño de la vivienda propia.

Fuera de eso, encontramos que estando ubicada esa estadística en el sector de la clase media, principalmente, muchas de esas personas puedan llegar a bajar de estrato, al no poder sostenerse, por cuanto el arriendo siempre representa una parte fundamental del total del ingreso familiar.

La verdad es que estas cifras de la Lonja de Propiedad Raíz, se pueden complementar con las de Camacol, en donde se evidencian grandes inventarios de vivienda en los sectores diferentes a los de interés social, para lo cual hace falta con urgencia un programa que pueda estar en condiciones de flexibilizar el acceso a la propiedad por parte de esos sectores, de tal manera que dentro de una política de estímulos tributarios, unida a flexibilidad del crédito y de una participación mayor del empresariado hacia sus empleados, pueda ser posible bajar esos indicadores, que en verdad preocupan.

Igualmente se puede revisar el tema de las cesantías, que deben constituir un ahorro para estos propósitos, pero que se le han abierto toda clase de ventanas, en donde los empleados viven sacando los fondos disponibles y la naturaleza de la figura pierde todo su contexto y alcance. 

Lo cierto es que la vivienda propia constituye un instrumento de bienestar muy importante dentro de cualquier sociedad, que genera tranquilidad familiar y permite llevar la vida dentro de un ambiente mucho más favorable y de una menor incertidumbre.

Una política de ahorro frente a este objetivo, que permita acopiar los recursos para una cuota inicial, en la cual participe activamente el Estado, facilitaría sin duda las cosas para que las familias puedan asegurar su techo de manera permanente. 

Viernes, 27 de Septiembre de 2019
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