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El Llano: el primer barrio de clase alta en Cúcuta
Historia del barrio El Llano tras casi 170 años de fundación.
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Jueves, 25 de Febrero de 2021

Cuenta la historia que el 16 de julio de 1851 nació en Cúcuta el primer barrio de estrato alto de la ciudad, donde ciudadanos pudientes y personajes destacados pudieran vivir a la plenitud de su clase, rodeados de tradición y el distinguido estilo arquitectónico de sus fachadas coloniales, a pocos metros de la terminal del ferrocarril y el descomunal ícono religioso en honor a San Antonio de Padua.

El nombre del barrio, de acuerdo con Lennin Eduardo Meza, edil de la comuna 1, se remonta a la llegada de uno de sus fundadores, quien, recién arribado de los llanos hermanos de Venezuela, en Carora, Estado Lara, se estableció en esta tierra.

El terreno, el clima, el paisaje y la calidad de su gente se le asemejaban mucho a su hogar, razón por la que decidió llamar a su tienda como el barrio que se conoce hoy: El Llano.

De aquel caserío del que inició una importante expansión urbanística en Cúcuta aún quedan rezagos en resistencia a perderse en el tiempo, por eso algunas casonas todavía conservan su estilo antiguo y han logrado mantenerse en este barrio que ronda los estratos 3 y 4.

No solo su característico movimiento comercial se vive en él ahora, sino desde aquellos tiempos en los que el tren atravesaba la avenida octava, justo por el parque que ahora rinde honor a una de las heroínas de la independencia colombiana Mercedes Ábrego de Reyes. Pero no siempre fue lo que es hoy. Primero funcionó como el Cementerio Central, hasta que sus puertas fueron clausuradas en una mañana del 1884 para convertir el terreno en una plaza de toros.

Luego, allí en el parque, cuando el respetable estruendo de las campanas se extendía como un manto sagrado por las calles, jinetes y nobles solían amarrar sus caballos en la seguridad de las rejas que rodeaban el sitio, mientras iban a celebrar la eucaristía.

Habitantes como Luis Eduardo Meza recuerdan la presencia de la primera textilera de Cúcuta, que se ubicó en la calle 6, entre avenidas 9 y 10, y que funcionó hasta poco después del gran terremoto del 18 de mayo de 1875, porque así como muchas otras casas fabricadas con bahareque, parte de sus paredes se vinieron abajo.
 

Iglesia San Antonio de Padua.

Tiempos oscuros
Luis Eduardo Meza vive en El Llano desde hace 30 años y aún en su memoria están presentes las tragedias en las calles de su barrio hace 20 años atrás, cuando la sangre tiñó el asfalto y arrebató la tenue calma de sus habitantes. 

“Eran tiempos en los que los grupos paramilitares se disputaban el territorio con los grupos de delincuencia común. Era frecuente ver matanzas en todos lados, como un padrenuestro cada día, especialmente en el canal. Una vez en el parquecito de la Modelo mataron a ocho de un solo ataque”, narró Meza.

Cuenta también que durante esa época lúgubre y desesperanzadora no se reconocía si la persona que cruzaba por la misma acera venía con intenciones hostiles o saldos pendientes. Vivir con incertidumbre era normal en las calles, pero, por suerte, apuntó Meza, “esa página oscura de la historia ya se pasó”.

‘Vivimos al acecho’
¿Qué sucedió con aquel emblema cucuteño que tanto progreso trajo a la ciudad? Se preguntan hoy sus moradores. Ahora el miedo se ha apoderado de las calles. La historia de El Llano sufrió un cambio radical; abundan prostíbulos, venta de estupefacientes, recicladoras que invaden el espacio público, inseguridad e indigencia, males que escalaron a tal punto que se tornaron incorregibles al parecer de sus habitantes, y motivo por el que muchos de los más antiguos vecinos han tenido que irse.

“Durante las 24 horas del día vivimos al acecho con tanto habitante de la calle. No hay tranquilidad. Para vivir seguros, la única opción es permanecer encerrados y no ‘dar papaya’, porque si ven abierto y a la mano, cualquiera cosa que haya se la llevan”, apuntó Meza.

Prueba de ello es la basura que la familia deja en las calles. Si la sacan con tiempo de antelación al paso del camión de aseo, en el mínimo descuido termina la bolsa despedazada en el andén, con la basura explayada en el afán de encontrar algún objeto de utilidad para la venta.
 

Parque Antonia Santos.

¿Qué pasa con la comunidad?

Los Meza manifiestan que el trato de las administraciones pasadas con los habitantes del barrio ha sido pésimo y que es con el presente mandato donde han comenzado a ver mayores resultados. Y si bien son problemáticas difíciles, aseguran que es posible buscar soluciones a largo plazo que aporten beneficios pequeños de poco a poco, pero solo si se trabaja en equipo por la salvación de El Llano. 

Alejandro Martínez, secretario de Seguridad Ciudadana de Cúcuta, ha ejecutado brigadas conjuntas con Migración Colombia para controlar la presencia de migrantes en el sector; solo la que está en la comuna 1 representa un aproximado del 20%, según el alcalde Jairo Yáñez, y esperan comenzar un trabajo articulado con diferentes entidades para iniciar una estrategia de acción.

“De la mano de los ediles hemos creado un plan de acción en el que buscamos que toda la comunidad, en sus ocho barrios, se vea beneficiada de los proyectos que ejecutamos”, apuntó Lennin Meza, edil que reside en El Llano. 

Dentro de este plan de acción hay propuestas para que este 2021 se continúe con el reparcheo de vías, aumento de iluminación en las calles, arreglo de focos en mal estado y recuperación del salón comunal. 

El líder comunitario también agregó que estando el barrio a solo unas pocas cuadras de los edificios gubernamentales, es indispensable que se preste mayor atención en su estética, porque la imagen de El Llano, como muchos años atrás en su fundación, es la imagen de Cúcuta.
 

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