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Un voraz incendio encenizó las esperanzas de la familia de un niño con cáncer

El hecho ocurrió en el sector María Gracia, del barrio La Pastora; las pertenencias de la familia Combariza fueron reducidas a polvo.

El miércoles 12 de mayo quedará marcado para siempre en la memoria de la familia Combariza como uno de los capítulos más tristes de su historia. El martes en la noche, los 13 integrantes que la componen esta casa del sector María Gracia, en La Pastora, apagaron el televisor con el anhelo de un nuevo día y continuar con las labores diarias.

Entonces, en el momento menos esperado, el terror ocurrió. A las 2:30 de la mañana, un corto en el contador de la luz originó las primeras chispas que, en cuestión de segundos, avivaron una inminente llamarada y marcaron el inicio de la tragedia.

El fuego se propagó como un enemigo silencioso; primero, por el porche, luego consumió con sus llamas todo objeto en su camino.

La sala y el primer cuarto fueron los más afectados. Muebles, electrodomésticos, fotos, recuerdos, frutos de años de trabajo, incluso la baldosa, fueron devorados sin piedad. En el primer cuarto de la casa, aún descansa un peluche colgado en la pared, cubierto de ceniza.

“Nos despertó el humo e intentamos salir de una vez, pero cuando mi esposo abrió la puerta, toda la candela lo chocó de frente. Salimos de la habitación como pudimos y de inmediato los desperté a todos”, relató Johanna, una de las afectadas.

Una misma sensación de acecho y claustrofobia embargó a cada uno de los familiares. Para ese punto, las llamas ya se habían alzado como paredes difíciles de atravesar, y parecía que ya no existía escapatoria.

El techo, al ser de zinc, se derretía a velocidades inhumanas, y los residuos caían como meteoros de magma.

Fue ahí cuando escucharon los gritos de aliento de sus vecinos, quienes, desesperados por completo y con el calor en contra, daban el máximo esfuerzo por apagar las llamas desde afuera con lo que tuvieran al alcance.

“Nos ayudaron a tumbar el portón para poder salir, algunos echaban agua, mientras que otros utilizaban las reservas de gaseosa que tenía una vecina; regaló cinco botellas de tres litros”, agregó Luis Eduardo Combariza, líder del hogar.

Ni por un segundo, la idea de rescatar alguna pertenencia se cruzó por sus mentes, pues ya no quedaba nada por salvar.

Cuando el Cuerpo de Bomberos Voluntarios llegó, había pasado hora y media desde que ocurrió el incendio. Los habitantes de la calle KDX 14 relataron que, gracias a que los bomberos aplicaron un químico, el fuego finalmente se extinguió.

Las láminas de zinc del techo se derritieron.

El sustento diario fue exterminado

Luis Eduardo Combariza Romero lleva 17 años siendo dializado, y como líder del hogar, no ha permitido que su enfermedad sea impedimento para llevar el sustento diario a su familia.

“Hago tamalitos para vender, de eso vivo… o vivía, cada sábado los vendo en el barrio El Contento, pero todo mi material de trabajo se quemó, junto a 10 cajas de gaseosa, que eran mi último recurso”, comentó el padre de familia.

Sumado a esto, los Combariza no son dueños. Días antes de la tragedia, el propietario de la casa donde están arrendados les había pedido entregarla el 31 de mayo, después de haber permanecido 16 meses allí.

Ahora, además de los retoques iniciales, deberán regresarla restaurada. Para ello, solicitaron un tiempo extra en el que puedan conseguir dinero y poder solucionar su situación a más tardar en julio.

“El señor nos dijo que él la arreglaría, pero nosotros somos conscientes como arrendados y queremos colaborar con pintura, baldosas y lo necesario, pero nos resulta difícil en estas circunstancias”.

Los vecinos tuvieron que derribar el portón para que la familia pudiera salir.

Días de incertidumbre

Con los días, la familia ha ido sacando a la basura los residuos de lo que alguna vez fueron sus bienes, porque donde antes estaban sus pertenencias, solo quedaron las marcas.

Los pocos objetos que se salvaron, permanecen ahumados, pero con paciencia se han dedicado a limpiarlos y rescatarlos. Por ahora, duermen amontonados en el suelo, en los pocos colchones que encontraron.

“Damos gracias a Dios porque ninguno de nosotros resultó herido. Hace unas semanas mi hija tenía unos aceites, pero gracias a que logró venderlos, no estuvieron aquí en el momento del incendio, o el resultado hubiera sido peor”, dijo Luis Eduardo.

Yander Combariza, 'Pequeño Guerrero'

Yander, el ‘Pequeño Guerrero’

Yander Eduardo Combariza es un niño que fue diagnosticado con una masa intestinal maligna cuando era más pequeño. Desde entonces, le hacen quimioterapias. Ya terminó ese ciclo de rutinas en el centro de cancerología, ahora lo que resta es una cita de control para continuar con un proceso planificado de pastillas.

“Luego de este incendio, se nos complicará demasiado conseguir las medicinas. Como si fuera poco, el único transporte que usábamos para llevarlo a las citas, la moto de mi esposo, también se quemó”, comentó Johanna, madre del menor. La moto, achicharrada en un gran porcentaje, aún la conservan.

Gracias a que Yander Eduardo está afiliado a la Fundación Pequeños Guerreros, la familia recibió una cama donde el niño pudiera descansar. 

El día de ayer, la fundación regresó con más ayudas, y la familia se encuentra profundamente agradecida con el gesto.

“Necesitamos ayuda”

Ante esta imprevista necesidad, la familia agradece cualquier tipo de colaboración, y para ello dispusieron sus números en caso de que alguien les desee ayudar en manera de sus posibilidades. Al 3202150619, Johanna Arraya, y al 3202361869, Lili Johanna Combariza.

“La verdad, en este momento no tenemos para un arriendo ni los medios para pagar un arreglo de casa. Nos da muchísima pena recurrir a esto, pero de todo corazón, agradeceríamos cualquier mano solidaria”, expresó Lili Johanna Combariza.

Así se ve la casa desde afuera.
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Ronaldo Medina
Ronaldo Medina
Viernes, 21 de Mayo de 2021
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