Ana del Carmen Silva, de 42 años, pasó junto a sus tres hijos uno de los mejores días desde aquel 4 de agosto de 2015 que fue obligada a abandonar su parcela en el municipio de La Esperanza.
Recuerda que llegó a vivir sin nada a Cúcuta, solo con la ropa que alcanzó a traer en una caja de cartón.
En la casa donde vive en arriendo, en el sector de Cerro Pico, ha pasado toda clase de necesidades con sus hijos. Sin embargo, la alegría que se reflejaba en su rostro era por el comedor que recibió de la Alcaldía y la secretaría de Posconflicto de Cúcuta, el mismo que también les fue entregado a otras 350 familias víctimas de la guerra en el estadio de atletismo Centenario.
En las visitas que hacemos a diario a las víctimas nos dimos cuenta que en su mayoría no contaban con una silla donde sentarse a recibir los alimentos, lo hacían en el suelo, reveló Omaira González, titular del despacho.
“Es la primera vez que recibimos un regalo tan especial”, dijo Silva.
González dijo que se está apostando al fortalecimiento de la unidad familiar, y qué mejor que hacerlo con un comedor en el que se puedan sentar sus miembros a comer o a dialogar.