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Cúcuta
Aportes de Villa del Rosario a la Campaña Libertadora de 1819
Santander, Pedro Fortul y Gutiérrez de Caviedes estuvieron en la línea de batalla.
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Eduardo Bautista
Eduardo Bautista
Domingo, 13 de Enero de 2019

En la Campaña Libertadora de la Nueva Granada que alcanzó su gloria con la Batalla de Boyacá del 7 de agosto de 1819, Villa del Rosario tuvo sus aportes específicos, con hombres y mujeres que entregaron su genio y valentía a la causa de la independencia de Colombia.

El municipio histórico parió próceres, mártires y héroes que aunque todos no estuvieron para esa fecha de la emancipación definitiva del yugo español, porque quizá muchos ya habían muerto en el fragor de la lucha, fueron los que iniciaron el camino y crearon conciencia para el despertar de la gente a la causa de la libertad. 

Sin embargo, en la ley promulgada para la celebración del Bicentenario de la Campaña Libertadora de 1819, no se menciona esta localidad fronteriza, cuna del general Francisco de Paula Santander, quien fue llamado con justicia 'Héroe de Boyacá' por el propio Libertador Simón Bolívar.  

La Ley Bicentenario declaró Patrimonio Cultural de la Nación a los municipios que hicieron parte de la Ruta Libertadora integrada por 40 localidades de Arauca, Casanare, Boyacá y Cundinamarca, en desdeño de otros que también fueron protagonistas.

Así lo consideran los historiadores Gerardo García y José Pinillos, de la Corporación Cuna de Colombia, quienes están solicitando al Gobierno Nacional que se declare a Villa del Rosario por su importancia histórica como Patrimonio Cultural de la Nación, para que sea beneficiario de los planes, programas, obras de desarrollo, eventos conmemorativos, investigación histórica y difusión de la campaña.

Héroe rosariense

El profesor Gerardo García Contreras citó los casos de Frutos Joaquín Gutiérrez de Caviedes y del sacerdote Nicolás Mauricio Omaña, que como profesores fueron fundamentales en la formación republicana de su alumno Francisco de Paula Santander, el Hombre de las Leyes.

El 20 de julio de 1810, cuando se dio el Grito de Independencia, Santander  ya había terminado sus estudios en el colegio San Bartolomé de Bogotá, "pero quienes contribuyeron a la formación de su pensamiento fueron esos dos rosarienses, que murieron sin ver  la cristalización de lo que formaron en sus estudiantes, pero ahí estaba sembrada la semilla de rebeldía e independencia del yugo español", sostuvo García. 

Ese 20 de julio de 1810, día del Grito de Independencia, el joven Santander decidió alzarse en armas y pasó a la parte operativa, asumiendo la tarea de formar las tropas patriotas que a la larga dieron la libertad.

"El 12 de junio de 1819, día sábado, entró al pueblo de Tame, con dos mil hombres, el Excelentísimo Señor Presidente del Gobierno Republicano, ciudadano Simón Bolívar, General de América, en precaria situación. Allí Santander presenta a su excelencia la división que había organizado, compuesta de cuatro batallones de cuya dirección respondía Pedro Fortul, Antonio Arredondo, Antonio Obando y José María Cancino, cuerpos que sumaban 1.200 de infantería y 600 jinetes", según pasajes del libro 'La capital de la Gran Colombia', del insigne cronista de Villa del Rosario, Luis Gabriel Castro Maldonado.

"Todos los historiadores están acordes en sostener que el Libertador, a quien no arredraban ni las fuerzas invencibles de la naturaleza, sin ese brillante ejército que el general Santander le presentó a su llegada y que en tan corto lapso pudo levantar en Casanare, venciendo siempre las resistencias que se le oponían por doquier, Bolívar no se hubiera aventurado en la arriesgadísima empresa hacia la Nueva Granada, o por lo menos la habría aplazado para mucho tiempo después", según Castro Maldonado.

Otros destacados

Hay otra infinidad de personas de la frontera, contemporáneas de Bolívar y Santander, que sirvieron a la causa emancipadora, entre ellas Sancho Antonio Briceño Rubio, quien fue jefe de médicos en las huestes patriotas y combatiente en la línea del frente.

Se destacaron también el coronel José Concha, quien junto al general Juan Nepomuceno Pedro Fortoul Sánchez, fueron los encargados de preparar las tropas en el Casanare para lo que después fue la Batalla de Boyacá y todo el proceso de la gesta emancipadora. 

El coronel Concha fue asignado por Bolívar como gobernador de Casanare y jefe de las fuerzas militares, para mantener la retaguardia del ejército patriota.

El general Francisco de Paula Santander fue nombrado comandante general de brigada en la División de Vanguardia, quien estuvo acompañado de su primo Pedro Fortul y del coronel Lorenzo Custodio Gutiérrez de Caviedes, quien hacía parte de la Tercera Compañía del Batallón de Cazadores, que asestó el golpe final a las fuerzas realistas en Boyacá el 7 de agosto de 1819.

El general Pedro Fortul acompañó a los patriotas en la Campaña Libertadora hasta la Batalla del Pantano de Vargas (25 de julio de 1819), recibiendo en la población Corrales de Bonza el encargo por parte de Bolívar de ir a Pamplona a comandar en esa provincia la parte política y organizar la defensa militar, en caso de que las tropas realistas avanzaran  desde Cúcuta hacia la Nueva Granada

Lorenzo Custodio Gutiérrez de Caviedes, triunfante en la Batalla de Boyacá y muy enamorado de una muchacha bogotana, pensó que tras ese triunfo sería el momento ideal para casarse.

El militar le pidió licencia a Bolívar para hacerlo, a lo que el Libertador le respondió que tendría el permiso una vez terminara toda la campaña militar del sur, donde los españoles se hacían fuertes, pero lastimosamente en la Batalla de Genoy del 2 de febrero de 1821, a 12 kilómetros de Pasto, murió el héroe rosariense sin alcanzar el cometido de casarse con su muy bien amada, quien enloqueció de dolor y así vivió hasta el fin de sus días, según el historiador García Contreras.

Aporte de las mujeres

Un capítulo especial merecen las hijas de Villa del Rosario, quienes aportaron su cuota de sacrificio por  la libertad de Colombia, entre ellas Manuela García Nava, casada con el general Pedro Fortul.

La heroína huyó del terror desatado por Pablo Morillo durante la campaña de reconquista española, quien en el trayecto hacia Casanare donde se reuniría con el general Fortul encargado de preparar a los soldados patriotas, perdió a su hija menor Cleofe Fortul, quien murió de hambre por las adversidades del viaje, perdiendo ella la razón.

Auxiliada por su esposo en los llanos casanareños, la valerosa mujer se recuperó y ayudó en los quehaceres de la guerra, siendo junto a otras esposas y mujeres que se unieron al ejército patriota, una pieza importante en la Campaña Libertadora de la Nueva Granada.

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