La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile

Así es un día viviendo junto al aeropuerto

Los vecinos aseguran que cada vez que aterriza un avión sienten que les va a caer encima.

Luz Amparo Méndez vive desde hace doce años en Brisas del Aeropuerto en la calle que separa a Toledo Plata del Aeropuerto Internacional Camilo Daza, en la calle 12 con avenida séptima.

Tiene un pequeño puesto de venta de pasteles en su casa y atiende desde las 9 p.m. hasta la madrugada, porque es a esa hora empiezan a llegar sus clientes, personas que cierran los locales de la avenida principal del barrio o uno que otro que termina allí la parranda.

Todo va bien para su negocio, excepto cuando pasa un avión. La distancia entre el aeroplano y el techo de su casa es tan corta, que el estruendo se escucha “como si se fuera a caer encima”.

Todos llevan allí muchos años y nadie se acostumbra al estruendo de las turbinas.

“Hace menos de un mes, vino un señor que sufría del corazón a comer empanadas, y pasó un avión... El susto del hombre fue tan grande que tuvieron que llevarlo a urgencias” dijo Méndez.

Y es que el último vuelo del día llega cuando ella está pleno ajetreo, a eso de la medianoche.

Entre risas y chanzas la gente se va yendo hasta que cierra el negocio ya entrando la mañana, cuando vuelven a despegar los aviones. Entonces el susto no es tan grande, pero el ruido se hace realmente insoportable.

Ángel Bautista, uno de los vecinos, afirma que no necesita despertador para levantarse, pues a las 5 a.m.  despega el primer vuelo, y cuando no es el sonido del avión, es el estruendo  de la sacudida del techo de zinc lo que lo saca de la cama.

“Un día de estos, el techo se convertirá en la terminal” dice, con una sonrisa sarcástica, mostrando su inconformidad con la situación, que se agravó dos meses atrás cuando comenzaron a reparar la pista principal y todo el tráfico lo canalizaron por la alterna: 2-1.

Desde entonces, los vecinos no pueden estar tranquilos por más de una hora, cada 40, 20, y hasta 2, minutos los aviones entran y salen, arrasando con el silencio. Al mediodía tienen un  respiro de casi dos horas y pueden encender el televisor para ver las noticias sin mayor interrupción.

Nadie oye...

Aunque los Bautista desconocen que el ruido de los gigantescos aviones está por encima de los 100 y 110 decibelios, y puede llegar a ocasionar lesiones irreparables en el oído medio, como lo dijo la Organización Mundial de la Salud, solo atinan a calificarlo de insoportable.

“En la noche, los aviones  pasan  más cerca de techo que de día. Anoche (22 de junio) se escuchó como si se hubiera apagado un avión y se hubiera vuelto a prender cuando estaba en el aire” dijo Bautista, “Cuando va a salir, uno los niños ya ni se asoman, por el tierrero que se levanta”.

La situación de los vecinos y en especial la de la familia Mendoza Rincón, cuya casa está 200 pasos de la pista, ha empeorado.

“Antes (de que comenzaran la obra) no vivíamos tan azotados con la polvareda que se forma, pero ahora la situación es insoportable, dijo Luis Hernando Mendoza, habitante de la casa más próxima a la pista.

Jordan, el hijo mayor, tiene diez años y dice que ya está acostumbrado a los aviones, pero su hermanito de 4, aún se esconde siempre que pasan.

El pequeño ha sido el único de tres hermanos que ha viajado en avión,  y les perdió el miedo hace poco cuando viajó a Bogotá para visitar a su mamá.

Pese a que los vecinos de la calle 12 con avenida 7 no conocen el aeropuerto Camilo Daza, no han comprado un tiquete de vuelo, ni han hecho trasbordo alguno, el miércoles pasado debieron soportar el paso de 29  aviones.

Cada vuelo que parte o que llega los deja en la incertidumbre de si podrán ser testigos del próximo.

Valentina Restrepo | Practicante de periodismo

Domingo, 26 de Junio de 2016
Premium-home
Patrocinado por:
Logo Empresas
Temas del Día