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Así fue el vuelo piloto Cúcuta- Bucaramanga

La Opinión le trae una crónica sobre el primer aleteo con dos metros de distancia.

“Bienvenidos a Bucaramanga… Les deseamos un feliz día”, con esta frase expresada por la tripulante de cabina Angie Torres, en el aeropuerto Palo Negro de Lebrija, se materializó el vuelo piloto entre Cúcuta y ‘La Ciudad de los Parques’.

A las 10:56 am, con un cielo despejado, a 26°C de temperatura y rodeado de un verde paisaje como los que suelen apreciarse en pueblos nortesantandereanos Chinácota, Pamplona, Cácota, entre otros, aterrizó el avión ATR de fabricación francesa operado por la compañía EasyFly con el vuelo 9062, procedente del aeropuerto internacional Camilo Daza.

Sus 22 pasajeros y cuatro integrantes de la aerolínea protagonizaron un “hito en la historia de la aeronáutica en Colombia”, como lo recordó la grabación difundida en la aeronave con capacidad de 48 viajeros, en la voz de Alfonso Ávila,  presidente de la aerolínea, antes de despegar hacia Bucaramanga.

Dos horas antes, una calle de honor, similar a las que hacen los militares o policías para brindar homenajes, esperó a los aventureros en las afueras del puerto aéreo que lleva el nombre del primer colombiano, un pamplonés por cierto, en pilotar un avión en el país. Este cortejo blanco y azul estaba conformado por personal del aeropuerto.

“Por favor, pise sobre la huella”, dijo una de las integrantes del escuadrón anti COVID-19, ataviada con overol y bata antifluídos, a uno de los pasajeros para que se parara encima de las señales con la imagen de dos suelas de zapatos pegadas en el piso, que recuerda la distancia de dos metros respecto a la otra persona en la fila.

“Por favor, pise sobre la huella”, insistió ella mientras se disponía a hacerle unas preguntas sobre datos personales, así como si ha salido fuera del país en el último año y si ha tenido contacto con un paciente con coronavirus.

Al final de la encuesta, otra de las siete integrantes del grupo azul y blanco apuntó con el termómetro electrónico al cuello del hombre para tomarle la temperatura. Nueve huellas para entrar al aeropuerto, siete huellas en la cola para entregar el equipaje y siete más para ingresar a la sala de espera, indicando el puesto a tomar y la importancia de los 120 centímetros de separación.

Dentro de las instalaciones del Camilo Daza resonaban de manera insistente las voces de los empleados de Aeropuertos del Oriente, de la Alcaldía de Cúcuta y de EasyFly llamando al cumplimiento de las medidas de sanitaria. Por medio del sistema de audio, cada 15 o 20 minutos expresaban los nuevos mandamientos de la bioseguridad: usar el tapabocas correctamente y en todo momento, lavarse las manos continuamente y mantener la distancia (para ello están señalizados el piso y las sillas).

Entre $92.000 y $126.000 oscila el monto de los pasajes pagados por los pasajeros. “Bastante económico el precio. Viajo por cosas de la universidad y estoy totalmente de acuerdo con la reapertura. La reactivación económica es importante, tampoco podemos dejar que la pandemia fracture tanto la economía”, afirmó anonadada Meily Barrera, estudiante de 21 años de la Universidad Santo Tomás, quien expresó que adquirir el boleto fue más fácil que pelar un mandarina.

Jesús Castellanos, cucuteño de unos 50 años, esperó ansioso la llegada del avión que lo llevó a Bucaramanga. “Viajo por una calamidad familiar, tengo una hermana delicada de salud allá y gracias a Dios logré este beneficio a buena hora. Esta pandemia nos tiene aislados de las cosas que se disfrutaban antes, pero uno no debe ser negativo, porque si no se cuida, pues se jode, como se dice vulgarmente”, dijo, mientras de fondo, nuevamente una de las operadoras del aeropuerto, recordaba las medidas sanitarias.

En este vuelo hubo oportunidad hasta para las mascotas, como ‘Luna’, una perrita Poodle, que, en las piernas de su ama, pasaba el tiempo en la sala de espera.

Al abordar la aeronave, la azafata solo pudo ser reconocida al momento de dar las acostumbradas indicaciones de vuelo, las cuales fueron antecedidas por las recomendaciones que están de moda… es que el overol con capucha y los lentes no dejaron reconocer la elegancia y el porte que simboliza a estas trabajadoras y trabajadores de las aerolíneas,  así será por el tiempo que dure la pandemia.

“Contamos con un sistema que renueva el aire dentro del cabina cada 5 a 7 minutos”, fue una expresión del capitán de vuelo que generó confianza.

Tras 30 minutos a 18 mil pies de altura, rodeados de esos copos de algodón que hacen parten del firmamento y con suaves sacudones por momentos de turbulencia, el ATR de EasyFly llegó a su destino. “Si presenta síntomas relacionados con la COVID-19 en los 14 días posteriores al vuelo comuníquese con su EPS”, fue una de las frases finales de Angie Torres.

En el viaje de vuelta solo fueron 14 pasajeros, más cuatro miembros de la tripulación, quienes hicieron parte del vuelo 9068, que despegó a las 2:01 pm.

El séquito blanco y azul anti COVID-19 los esperó en la zona de desembarque con los recordatorios: “por favor, mantengan la distancia de dos metros”, “por favor, espere en la zona demarcada”; y al final una información importante fue esgrimida por una de los trabajadoras, luego de solicitar nombre, teléfono y dirección del domicilio: “en los próximos 14 días se le estará haciendo seguimiento a usted y a su núcleo familiar”, esto para verificar si reporta alguna síntoma tras el viaje. Y así terminó el primer aleteo con dos metros de distancia.

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Leonardo Favio Oliveros Medina
Leonardo Favio Oliveros
Miércoles, 22 de Julio de 2020
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