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Con fútbol, Fénix le arrebata los niños a las calles y la delincuencia

Este colectivo social halló en el deporte una medicina para combatir la miseria en Cúcuta.

Razón tenía Carlos Tévez, jugador argentino, al decir que “cuando un chico se dedica al fútbol, no tiene oportunidad de pensar en otras cosas y hasta se olvida de la pobreza”.

Y es que cuando pisan una cancha, la de tierra del barrio o la sintética que tocan por primera vez, los ‘pelados’ de Fénix olvidan su realidad, esa que muchas veces no les permite tener una buena alimentación, ni mucho menos pensar en un fututo alentador. 

Ya cumplen un año desde que a David Umaña, un apasionado por el voluntariado y por las ganas de cambiar la sociedad, decidió formar Fénix con el único propósito de robarle a las calles y a la delincuencia, los niños y los jóvenes de la periferia de la ciudad por el mayor tiempo posible.

En el fútbol encontró la mejor herramienta. Entrenan todos los días, pasan por fases y cumplen con un reglamento interno que les permite avanzar y convertirse en titulares.

Hace tan solo una semana tuvieron su primera experiencia en una cancha profesional y ante un equipo que lleva un proceso de formación de años. Además, por primera vez se pusieron unos guayos.

Todos estaban ansiosos por estrenarlos. Una y otra vez probaban que sí les quedaran. Andaban de un lado a otro mientras esperaban el rival, con el propósito de acostumbrarse a ellos. Una persona benefactora les donó 24 pares y aunque son 60, al menos casi la mitad ya cuenta con zapatos aptos para jugar.

El partido era amistoso, pero Fénix –el equipo de barrio–, ese al que más que talento le falta comida, no lo tomó tan amistoso y mostró su potencial, tanto, que el encuentro terminó empatado, aunque ellos se sintieron ganadores. Ahora comienza un nuevo camino.

“No sabemos cuánto vayan a durar en el futbol, en la realidad que viven no tienen opciones y van terminar  dejando esto por tener que ir a buscar un sustento, como ya lo han hecho otros, si los que tienen la posibilidad de hacer algo no les muestran una posibilidad distinta”, asegura resignado Umaña.

Se sostienen con más ganas que presupuesto. Los balones siempre hay quienes los donen cuando se acaba uno, así como los uniformes y demás implementos que necesitan.

Muchachos como ‘Pepe’, un delantero habilidoso pero intermitente, Sebastián, el  tímido capitán del equipo o cualquiera de los demás integrantes, fantasean con la posibilidad de que esa realidad que viven cuando afrontan un partido y solo deben preocuparse por mantener el orden  y hacer goles, dure para siempre; pero infortunadamente, cuando se cumplen los 90 minutos, todo desaparece.

Aquí las charlas, más que técnicas, son motivacionales. Casi nunca hay cambios de última hora en la alineación, esta se decide más por cumplimento que por perfil y las indicaciones que se escuchan desde un costado de la cancha no son de reproche sino de aliento para mejorar.

No hay envida por quien es titular o no, trabajan por un bien común aunque todos quieran jugar y se sientan preparados. Cumplen a cabalidad las indicaciones que les dan y contagian su pasión a todos los que los ven.

Quizás ninguno llegue a ser jugador profesional o tal vez sí, solo el destino lo sabrá, pero mientras sigan existiendo voluntarios que contribuyan a la causa, y gestores como Umaña, Fénix no dejará de existir y seguirá luchando por probarle a la miseria lo que nunca debió pertenecerle: la niñez y la juventud.

Y tal vez, si los mandatarios de turno diseñaran una política clara para combatir la pobreza y erradicar el hambre, estos pelados no terminarían haciendo cualquier cosa por un poco de dinero, sino que construirían su sede y ayudarían a otros.

(Gracias a una donación, estos muchachos se pusieron unos guayos por primera vez en su vida.)

¿Qué es Fénix?

En Fénix la tienen clara. Son más que una fundación, una organización o una corporación. Son, simplemente, un grupo de personas que busca el bien colectivo. 

Una de las mayores apuestas de Fénix es brindar un espacio de rehabilitación y atención integral a la población discapacitada de la comuna 8 de Cúcuta.

Para ello, David Umaña, líder de Fénix, busca subvenciones internacionales que permitan apadrinar esta esperanzadora iniciativa.

También buscan llevar nuevamente a su  comuna programas de escolarización, y gestionar ayudas de toda índole que les permitan mejorar las condiciones de vida.

Fénix está compuesto por cerca de 100 niños y jóvenes, madres cabeza de familia. Cada uno cumple un rol en Fénix Fútbol, Fénix Fuego (scouts), Lágrimas de Fénix (atención a población en condición de discapacidad) y Mujeres F.

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Magaly Rubio
Magaly Rubio
Sábado, 3 de Marzo de 2018
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