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Cúcuta
Cucuteños se rajan en comportamiento ciudadano
Encuesta 'Cúcuta Cómo Vamos' identificó que los ciudadanos aunque se sienten orgullosos, poco trabajan por la ciudad.
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Jean Javier García
Sábado, 12 de Marzo de 2016

Nada favorables fueron los resultados que están a punto de conocer, oficialmente, los cucuteños sobre la encuesta ‘Cúcuta Cómo Vamos’, en materia de cultura ciudadana.

Aunque la palabra cultura encierra un gran número de características tanto colectivas como individuales, y muchas personas se consideran ajenas a la realidad social de la ciudad, por aquello de que estamos juntos pero no revueltos, el estudio, que consultó a 1.009 personas de todos los estratos y zonas de la ciudad, deja grandes retos en materia de comportamiento ciudadano.

En primer lugar, lo que muestra la encuesta, cuyo margen de error es del 3,1%, es que los ciudadanos, definitivamente, aunque se sienten identificados y orgullosos de Cúcuta, poco trabajan por ella.

Mario Zambrano, coordinador del proyecto, consideró que los cucuteños rara vez son unidos como sociedad. De hecho, los resultados dejan ver que el principal escenario que los une es el fútbol, seguido de la religión y las redes sociales. Pero, pese a que la mayoría quiere su terruño, también es cierto que un gran porcentaje de la comunidad se siente desobligada a aportar, aunque sea valores.

Por ejemplo, es poco común encontrar ciudadanos que les exigen a los demás, con vehemencia, que respete los escenarios públicos y que cumpla la ley, o que simplemente no deje su carro parqueado en la mitad de la calle, porque socialmente hay muchas cosas que se permiten.

Según la encuesta, los ciudadanos también son permisivos con el contrabando -actividad ilegal-, sienten poco respeto por las autoridades y desconfían de ellas; toleran las malas costumbres y las consideran propias, simplemente, porque nacieron en una ciudad donde siempre todo ha sido así.  

Bien sea porque no son suficientes los castigos del Estado, porque los valores inculcados en la familia no son los apropiados o sencillamente porque no se ha invertido lo necesario en programas que les recuerde qué deberes y qué valores deben  procurar los ciudadanos que nazcan en esta ciudad, el perfil cultural, y las obligaciones como cucuteño, es algo en lo que se predica, pero no se aplica.

Zambrano asegura que, a diferencia de otras ciudades, en Cúcuta sus habitantes no castigan socialmente las malas costumbres.  Por ejemplo, al que arroja basura a la calle, al que es irresponsable con la movilidad o con el medio ambiente, no se le aplica un castigo social, simplemente porque hay un nivel de aceptación de la suciedad, la ilegalidad, la corrupción, entre otros aspectos negativos.

Aunque las comparaciones no son del todo sanas, ¿por qué en ciudades como Bucaramanga o en Medellín un cucuteño siente vergüenza en tirar un papel a la calle u orinar en cualquier sitio como recurrentemente lo hace en el entorno donde nació? La respuesta de Mario Zambrano es que, peligrosamente, hay un mal concepto de las costumbres y la no diferenciación. Asegura que la misma sociedad puede generar el cambio si todos apuntan a un mismo lado.  

Oportunidades para mejorar

Pero, a pesar de los resultados en materia de comportamiento ciudadano, la encuesta indica que no todo está perdido y que, al igual que en 2014, existen oportunidades de mejorar, especialmente en lo concerniente con el cuidado de los espacios públicos y las normas básicas de tránsito.

Pero, ¿por qué es tan importante mejorar la cultura ciudadana? El coordinador de la encuesta opina que porque a partir de ese cambio, una ciudad puede mejorar sus expectativas y apalancar el desarrollo. Si el ciudadano habla bien, se sale de la retórica y se esfuerza porque realmente la ciudad cambie, probablemente cambie la mentalidad de que Cúcuta “es un peladero” y la transforme en progreso, en todo el sentido de la palabra.   

Por eso, Zambrano considera interesante el pacto social que quiere hacer el alcalde César Rojas con la comunidad, aunque considera que este debe ser abordado cuidadosamente y de la mano con las universidades y sabios.

Asegura que, de alguna manera, en el imaginario cucuteño “se nos subrayó en algún momento aquella triste frase de que ‘si quiere hacer lo que quiera váyase para Cúcuta’, y lo que, en conclusión encontramos, es que los ciudadanos siguen llevando a cuestas este mito, transmitiéndolo de generación en generación”.

Algo que preocupa es que muchos de los encuestados consideran que, como popularmente se dice, pueden pasar de agache su falta de cultura por la carencia de control por parte de la autoridad y el entorno social, con el argumento de que tiene derechos como ciudadano y olvidando que también tiene deberes, sobre todo, aquellos relacionados con el respeto por el prójimo. La mayoría de cucuteños también reconoció en la encuesta que la ley tiene poca capacidad de investigar y castigar.

Lo paradójico es que aunque la gente sabe que el comportamiento de sus conciudadanos es regular, casi el 80% de la población se siente orgullosa de nacer en esta tierra, de ser hincha del Cúcuta Deportivo y de pertenecer a un lugar donde la gente es amable y hospitalaria. Y es que Cúcuta es una ciudad con gran diversidad cultural, por aquello de que “es tierra de oportunidades”. Quizá por eso, su cultura, solo entendida por los ciudadanos de frontera, es tan adversa o diferente a las demás en el interior del país.

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