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De artista de circo a vendedora de chance

A sus 70 años no se arrepiente de haber vivido y trasegado por varios países de Latinoamérica.

La magia del circo la atrapó por casi 20 años y durante ese tiempo ella estuvo maravillada bajo la carpa en una burbuja de fantasía multicolor, seducida por las risas, los aplausos, las luces, la diversión… de allí no quería salir. 

Esos fueron años maravillosos para Lucero, el nombre artístico de una paisa que a sus 70 años no se arrepiente de haber vivido y trasegado por pueblos y ciudades de varios países de Latinoamérica, serpenteando sobre los carromatos que arrastraban la pesada carga de las obstinadas compañías circensesque viajaban en busca de dinero y fama, junto a los sueños y entusiasmo de sus artistas. 

Ella, María Noemí Gómez Baena, natural de Caicedo (Antioquia) y quien se crió en Medellín, fue parte del espectáculo de varios circos de Colombia y Venezuela, mundo al que ingresó a los 18 años cuando abandonó la capital antioqueña para andar y desandar poniendo tierra de por medio de su numerosa familiaintegrada por 16 hermanos. 

Su primer trabajo fue en un parque de atracciones mecánicas con el que alcanzó a recorrer algunos pueblos, pasando después a un circo pequeño, donde conoció a Alcides Rodríguez, el payaso Bolazo, quien fue su esposo y papá de sus tres hijos, con quien encontró chamba en Wilcar Circus, logrando allí la experiencia suficiente que le daría reconocimiento como bailarina en otros espectáculos circenses.

Su paso por Egred Hermanos

En ese vaivén, fue contratada junto a Bolazo por el Egred Hermanos, uno de los circos más importantes de Latinoamérica, fundado en Cali en 1948 por Santos Egred, de ascendencia francesa, quien prefirió la vida del circo antes que dedicarse al comercio exterior como era la voluntad de sus padres.

Lucero o Noemí, viajó mucho durante los dos años que estuvo vinculada a Egred conformando el grupo de 18 bailarinas que abrían y cerraban el espectáculo, con cumbia colombiana si estaban fuera del país. 

En las contantes giras por ciudades de Ecuador, Perú, Argentina, Colombia y Venezuela, hizo además de asistente del mago mexicano Dandyno, y de la lanzadora de cuchillos brasileña Soraya, quien en una ocasión la alcanzó a lastimar en la cabeza al lanzar uno de sus cuchillos mientras ella permanecía como su blanco. 

Fue en esa época que nació su primera hija Sandra Liliana, quien se convirtió en la razón de ser de la joven pareja que se conoció y enamoró entre bambalinas, cuando el número acababa y los actores se preparaban para otra función. 

"La vida del circo es dura, porque uno está 15 o 30 días en un pueblo desconocido y de ahí se viaja a otro, siempre bajo la carpa, durmiendo en estrechos camerinos, sin nada definido, compartiendo alegrías y tristezas, teniendo como amigos los compañeros del circo que escogieron el mismo camino que uno", dice con nostalgia Noemí. 

Ella recuerda el circo Egred Hermanos por su imponencia, ya que contaba con decenas de actores de diferentes nacionalidades, además de ofrecer numerosos actos para el público de las ciudades visitadas con malabaristas, contorsionistas, payasos, el globo de la muerte y un gran zoológico con atracciones como Toribia, la burra sabia que lanzaba besos a los asistentes; perros y 18 caballos árabes amaestrados, tigres, leones, camellos, dromedarios, elefantes, cebras, rinocerontes, hipopótamos, jirafas y chimpancés, que fueron vendidos a otros circos, junto con la carpa, cuando cerró sus puertas en junio de 1973. 

Estadía en Venezuela

Estando en Cali tras el final del Egred, fueron contratados por un empresario árabe propietario del circo Ambos Mundos y fue así que viajaron a Venezuela, país que los acogió, y en el que tuvieron muchos amigos y echaron raíces porque allí nacieron sus hijos Henry y Cristian Rodríguez. 

En la ciudad venezolana de Carúpano, en el estado Sucre, vivieron 16 años y lograron con lo que ahorraron del trabajo en el circo, montar una cacharrería con la que les fue muy bien, logrando darles estudio a sus hijos.

El payaso Bolazo, natural de Lebrija (Santander), y quien también trabajaba haciendo anuncios publicitarios con su carro por las diferentes calles del pueblo, enfermó y murió lejos de su tierra natal. 

María Noemí con el tiempo conoció a Jairo Leal Contreras, quien se convirtió en su segundo esposo y con quien se estableció en Cúcuta; compartió con él hasta su muerte hace tres años.

Vive sola en una casa que le regaló una hermana en el barrio Carlos Ramírez París, porque la hija mayor se quedó en Venezuela, el segundo está en Medellín con su familia y el menor fue internado en un sanatorio de Villa del Rosario por problemas de salud.

En la actualidad trabaja en una pequeña caseta vendiendo chance, en la esquina de la Diagonal Santander con avenida Camilo Daza, punto en el que ya lleva más de 20 años y donde dice extrañar la vida que vivió, en la que no faltaban las palmas y las ovaciones de niños y adultos emocionados al final de cada función.

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Eduardo Bautista
Eduardo Bautista
Lunes, 10 de Diciembre de 2018
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